DOI: https://doi.org/10.25364/19.2021.6.1

ISSN: 2663-9815

Studia linguistica romanica 2021.6

Introducción

El espacio interlingüístico en el continuo románico: convergencias y divergencias entre las áreas iberorrománica y galorrománica

Introduction

The interlinguistic space in the Romance continuum: convergences and divergences between the Ibero-Romance and Gallo-Romance areas

Marta López Izquierdo, Mallorie Labrousse

Université Paris 8, Universitat Autònoma de Barcelona

marta.li@univ-paris8.fr, mallorie.labrousse@uab.cat

https://orcid.org/0000-0003-2487-0716

Recibido el 7/11/2020, aceptado el 19/12/2020, publicado el 12/10/2021 bajo la licencia Creative Commons Attribution 4.0 International (CC BY 4.0)

Índice
1 Los contornos móviles de un espacio interlingüístico
2 Fuerzas internas de convergencia o divergencia
2.1 (Micro)variación y alternancia en las estructuras nominales y verbales
2.2 Innovación y conservación en las periferias oracionales
3 Dimensiones sociales de los cambios
3.1 Comunidades de hablantes en contacto y áreas geolingüísticas
3.2 La presión normativa y el contacto indirecto
Bibliografía

1 Los contornos móviles de un espacio interlingüístico

[1] Parafraseando a Calvet (2012), la prueba de la existencia de las lenguas románicas, que están a medio camino entre intercomprensión e incomprensión, es la necesidad de traducirlas entre ellas. Estas lenguas, nacidas de un antepasado común, el latín, comparten una historia de influencias mutuas y ricos períodos de contacto. El castellano y el francés, con el occitano, el catalán, el gallego y el portugués, se sitúan asimismo dentro de un área geográfica común en Europa, un continuum que se divide, en la tradición de la lingüística románica, entre la zona iberorrománica (castellano, portugués, gallego, astur-leonés, ...) y la zona galorrománica (francés, occitano, franco-provenzal, ...), entre las que el catalán ha sido descrito como una lengua puente (Kabatek & Pusch 2011). Estas lenguas forman parte también del espacio lingüístico de convergencia de la Europa Occidental (Eurotyp 1998-2006): el español, el portugués y el francés pertenecen a un mismo grupo de lenguas que comparten ocho rasgos lingüísticos, si bien los estudios realizados desde una perspectiva histórica han mostrado el lugar original que ocupa el francés dentro del continuum románico (Barra Jover 2004). Es elocuente que, de acuerdo con los resultados del proyecto Eurotyp mencionado, el francés comparta nueve rasgos con el alemán. El hecho de que haya más rasgos comunes entre dos lenguas de familias diferentes que entre las que pertenecen a una misma familia lingüística patentiza la necesidad de continuar investigando sobre la complejidad del entramado de similitudes y de diferencias de este continuum.

[2] Así, se ha afirmado que el francés es la lengua más innovadora dentro de la familia románica, junto al rumano, mientras que el español o el italiano presentarían un grado de evolución muy inferior:

Du point de vue évolutionnel, les langues romanes, si on les place sur une échelle de comparaison, se sont plus ou moins distanciées du latin. En simplifiant, on aura donc : des langues d'évolution minimale : italien, espagnol ; des langues d'évolution moyenne : catalan, occitan ; des langues d'évolution forte : roumain, français. (Banniard 1997: 39)

[3] Sin embargo, como indica Barra Jover (2004: 3), esta afirmación no puede generalizarse a todos los planos lingüísticos:

Le cas idéal d'un classement bâti sur des critères phonologiques, morphologiques, syntaxiques et lexicaux, et dont le résultat serait que les autres langues et dialectes romans forment des groupes homogènes et reliés entre eux tandis que le français resterait régulièrement à part, ne semble pas exister, ni même être envisageable.

[4] López Izquierdo (2014) discute igualmente la clasificación de las lenguas románicas en términos de lenguas innovadoras y conservadoras, distinción que está presente, de manera implícita o explícita, en gran parte de la bibliografía de la romanística. En realidad, la relación entre las lenguas románicas varía en función del tipo de rasgo lingüístico que se considere:

según qué criterios se decida utilizar, la posición de las lenguas dentro del continuo románico podrá verse muy alterada: los estudios de Hadlich y Francescato sobre las vocales románicas contradicen las fronteras que von Wartburg había establecido a partir de los sonidos seleccionados en su estudio. Francescato establece una zona unitaria para Italia, Istria y Dalmacia, que englobaría territorios de la Romania occidental y oriental, mientras que Hadlich describe tratamientos vocálicos comunes al romance occidental y al vegliota (dialecto dalmático). Otro ejemplo llamativo: el italiano, considerado lengua innovadora a partir de criterios léxicos (ver Bartoli 1925, 1945 y Rohlfs), es la más conservadora, aparte del sardo, desde un punto de vista del tratamiento vocálico, según el estudio de Pei. Muljačić, tras considerar 42 rasgos de todos los niveles de la lengua salvo el léxico, concluye que las relaciones entre las lenguas románicas varían según qué compartimentos se estén comparando. (López Izquierdo 2014: 779)

[5] De hecho, el continuo innovación/conservación como criterio de clasificación en las lenguas romances no siempre ofrece los resultados esperados. Es el caso de la cadena evolutiva francés ← italiano ← español, con un polo innovador (el francés) y un polo conservador (el español), según Lamiroy & de Mulder (2011), que se basan en el grado de gramaticalización alcanzado por cinco categorías lingüísticas: auxiliares, pasado simple vs. pasado compuesto, frases existenciales, modo, demostrativos. Sin embargo, el análisis de estos rasgos presenta un comportamiento que no sigue la ordenación descrita: por ejemplo, si bien la frase existencial francesa il y a, invariable en número, presenta mayor grado de gramaticalización que el italiano c'è, que forma el plural con ci sono, no es el caso del español hay (con habían posible solamente en variedades no estándar). De igual modo, la supuesta mayor gramaticalización del pasado compuesto en francés y en italiano no tiene en cuenta la auxiliarización más avanzada del español haber para la formación del pasado compuesto.

[6] Por ello, junto a la proximidad genética, geográfica y cultural, las lenguas románicas presentan divergencias gramaticales que demuestran su capacidad para innovar y trazar nuevas fronteras lingüísticas dentro del espacio románico. Quedan por tanto muchas preguntas por explorar en cuanto a las características que acercan o alejan a las variedades románicas entre sí. Este número temático ofrece una reflexión sobre el espacio interlingüístico que divide y une las variedades del continuo ibero y galorrománico. Por espacio interlingüístico entendemos una categoría teórica de la gramática comparada y contrastiva, en donde se describen las relaciones de convergencia y/o divergencia entre dos lenguas1 . Con este número, pretendemos contribuir a un proyecto más amplio que se propone establecer una cartografía de las convergencias y divergencias identificables entre las lenguas románicas de nuestro campo de investigación.

[7] Los trabajos reunidos aquí comparan diversos aspectos de la gramática del francés, occitano, catalán, navarro-aragonés, español, gallego, portugués, astur-leonés, focalizándose en una o varias de estas lenguas o variedades del continuo ibero-galo-románico, aunque también se evocan en varios de ellos otras lenguas románicas: el italiano y sus dialectos, el friulano, el rumano, ... Los autores utilizan metodologías diversas, pero todos los trabajos cuentan con una fuerte base empírica gracias a la utilización de corpus escritos u orales, disponibles en bases de datos o resultado de encuestas elaboradas por los propios investigadores. Asimismo, una parte importante de las informaciones que se manejan proceden del estudio de la tradición gramaticográfica existente desde el Renacimiento para muchas de las lenguas y variedades que se estudian aquí.

[8] En todos ellos se examinan casos de convergencia o divergencia entre dos o más variedades románicas, que han podido darse desde fecha antigua o bien desarrollarse a lo largo del tiempo, bajo el efecto de factores diversos que se analizan en estos trabajos. Son varias las causas, no excluyentes entre sí, que se evocan aquí para explicar la convergencia o la divergencia, entendidas como el acercamiento o el alejamiento estructural o léxico en un punto determinado entre dos o más sistemas lingüísticos: puede tratarse de una situación heredada, obedecer a una evolución similar o diversa en el tiempo, ser el efecto del contacto entre variedades, ... Resulta del conjunto de artículos aquí reunidos un panorama cambiante y en buena medida imprevisible de rasgos compartidos o diferenciadores, producto de una compleja historia en que se cruzan factores internos y factores externos de diverso tipo.

[9] Los fenómenos estudiados pertenecen a distintas áreas de la gramática y el léxico de las variedades estudiadas: variantes morfómicas de radicales verbales, sintaxis de los clíticos en complejos verbales, uso de formas posesivas con o sin artículo, variantes para la expresión de la posesión de 3.a persona del plural, sistemas demostrativos, futuro sintético y perifrástico, concordancia del participio en construcciones con haber, alternancia modal en subordinadas temporales, formación y función de conjunciones y marcadores discursivos y focales (sino/sinon, ben (que), a más, ...). Todos ellos se consideran bajo el prisma de la variación, tanto interlingüística como intralingüística, en perspectiva sincrónica, diacrónica o, en una combinación de ambas, pancrónica.

[10] Por otro lado, los trabajos que editamos adoptan dos acercamientos, con numerosos solapamientos entre ambos: por un lado, se estudian los procesos de evolución interna que introducen o eliminan zonas de convergencia o divergencia entre las variedades románicas del continuo ibero-galo-románico. Puede tratarse de fenómenos pertenecientes a un fondo romance común, identificable a menudo con el período medieval, a veces con un período más antiguo, protorromance o incluso latino (Dubert García, López Izquierdo), sobre los que actúan fuerzas innovadoras similares, pero con intensidad o cronología diferente (Iglesias, Sibille), o bien siguiendo direcciones diferentes (López Izquierdo, Pujol i Campeny). Estas dos últimas autoras muestran asimismo divergencias o convergencias entre variedades en la reducción o ampliación de la capacidad polifuncional de determinadas formas. A su vez, el estudio de variedades y subvariedades vecinas permite conocer mejor la microvariación lingüística dentro de un mismo dominio lingüístico (Dubert García, Silva Domínguez, Pujol i Campeny), así como la fuerza de la variación interna, sobre todo en variedades con un estándar no extendido y un escaso grado de normativización (Sibille para el dominio occitano).

[11] En un segundo lugar, se destacan los trabajos que acuden a factores externos, como complemento de los factores internos, para dar cuenta de la aparición, la dirección o la intensidad de los fenómenos de convergencia o divergencia identificados. Se destaca así la importancia del papel que puede jugar la presión normativa sobre la variedad en uso en aquellas lenguas que poseen una tradición gramaticográfica importante (Iglesias para el francés) o que la desarrollan dentro de una situación de dominación lingüística (Labrousse para el catalán), si bien dicha presión no siempre consigue imponerse en la variedad hablada (Labrousse para el catalán, Sibille para el francés). La situación de contacto lingüístico dentro de los territorios estudiados se revela igualmente fuente de fenómenos de convergencia cuya profundidad histórica es puesta de manifiesto en los trabajos de Dubert García, para el área norteña, y Garachana, para el español de Cataluña. En ellos se documenta la permeabilidad de las variedades iberorrománicas centrales u occidentales a rasgos orientales, con continuidad ultrapirenaica.

[12] Estos procesos, ya estén condicionados por factores internos, externos, o ambos, dejan con frecuencia a su paso una coexistencia de variantes, cuya alternancia responde a reorganizaciones divergentes que los autores de este volumen se esfuerzan por sacar a la luz (Silva Domínguez, Labrousse, Sibille, Iglesias, ...), así como mecanismos que reducen y acaban eliminando, en algunos casos, dicha variación, como la desgramaticalización de variantes (Silva Domínguez, Iglesias, Labrousse), su marcaje como 'variantes visibles' y posterior eliminación (Iglesias), su selección a causa de cambios inducidos o inhibidos por las variedades en contacto (Garachana), entre otros.

2 Fuerzas internas de convergencia o divergencia

2.1 (Micro)variación y alternancia en las estructuras nominales y verbales

[13] En su artículo, Silva Domínguez ilustra cómo, incluso en el caso de un fenómeno muy extendido en el dominio románico y en zonas muy cercanas del continuo lingüístico, un estudio contrastivo detallado permite destacar diferencias significativas entre estos espacios. En él, la autora estudia la evolución de la alternancia entre artículo+posesivo+nombre/posesivo+nombre con los sustantivos relacionales humanos en gallego, entre el siglo XIX y el siglo XXI, y contrasta sus datos, sacados del Tesouro informatizado da lingua galega (TILG), con los de Labrousse (2020) sobre el portugués europeo.

[14] En los orígenes de su historia, las lenguas románicas y sus variedades diatópicas presentaban todas las alternancias artículo+posesivo+nombre/posesivo+nombre. En algunas de ellas se acabó desgramaticalizando una de las variantes. La autora recuerda las principales hipótesis que se barajan en la bibliografía para explicar esta selección. Ahora bien, dicho proceso no ha culminado en todas las áreas lingüísticas y, en muchas de ellas, la alternancia se ha mantenido hasta la actualidad. En este caso, la variante minoritaria se suele conservar en unos pocos casos, entre los cuales destacan los sustantivos relacionales humanos. Actualmente, esta categoría nominal favorece, en mayor o menor medida, la selección de las variantes posesivas conservadoras, en numerosas áreas lingüísticas del espacio románico: portugués de Brasil, portugués europeo dialectal, gallego, español dialectal, asturiano, aragonés, catalán, italiano, dialectos italianos, rumano, valaco, friulano, alto-engadinés. A pesar de esta coincidencia, en cada espacio este fenómeno se concreta de forma diferente, incluso en lenguas estrechamente emparentadas como el gallego y el portugués.

[15] Silva Domínguez compara la evolución de la alternancia en estos dos espacios lingüísticos y constata su paralelismo, puesto que la variante articulada ha ido ganando terreno desde los inicios de la historia de estas lenguas y, en los últimos siglos, incluso con los sustantivos relacionales humanos, como lo demuestran el estudio de la alternancia con pai, nai-mai, home-marido-esposo,muller-esposa, fillo, filla, amigo y amiga (que cubren el espectro de las diversas relaciones de parentesco: consanguínea, jurídica, ascendente/descendente y periférica) realizado por la autora y el estudio de Labrousse (2020). Sin embargo, Silva Domínguez muestra que, a pesar de presentar una evolución paralela, se observan diferencias temporales entre ambos procesos, puesto que la generalización de la estructura con artículo es más tardía en gallego (siglo XX) que en portugués europeo continental (siglo XIX). Esta diferencia también se puede observar actualmente, dado que en gallego todavía se usa la estructura conservadora en contextos en los que no se acepta en portugués europeo estándar. Silva Domínguez observa ritmos de generalización de la variante innovadora diferentes en función de los grupos de sustantivos estudiados y emite hipótesis para explicar estas diferencias, en función de su valor semántico, su frecuencia de uso o el tipo de relación que expresa.

[16] El artículo de Jean Sibille muestra cómo las explicaciones generales de determinados fenómenos evolutivos que afectan a las lenguas románicas deben ser enriquecidos con los datos procedentes de variedades que no poseen un estándar reconocido y en las que sobrevive un amplio espectro de variación interdialectal. De igual modo, se destaca en su trabajo la disonancia entre la presión normativa y el uso hablado, incluso en aquellas lenguas que tienen un estándar fuertemente implantado, como el francés. Para ello, Jean Sibille estudia la concordancia del participio en occitano, comparándolo con los datos conocidos para el español, catalán y francés, a través de tres construcciones: 1. los tiempos compuestos formados con aver; 2. el complejo verbo+infinitivo; 3. la perífrasis aver+participio con interpretación atributiva. El estudio parte de la presentación histórica del continuo romance en el que las lenguas galorrománicas e iberorrománicas presentaban concordancia masiva, aunque no sistemática, del COD con el participio, independientemente de su posición, hasta el siglo XIII. La evolución diacrónica a partir de ese siglo introduce divergencias entre estas lenguas, donde se observa un retroceso generalizado de la concordancia, pero con diferente cronología, en torno a dos polos: eliminación completa de la concordancia en español ‒ conservación de la concordancia medieval en languedociano occidental. Ocupan hoy posiciones intermedias el catalán, el francés y diversos subdialectos occitanos.

[17] En el caso de los tiempos compuestos, el autor comprueba la validez de las jerarquías implicativas que se han aplicado para el catalán (Smith 1995) y el español (Rodríguez Molina 2010, 2016), igualmente para el francés y el occitano. Los datos examinados subdialecto por subdialecto ofrecen sin embargo un panorama muy diverso entre las recomendaciones de las gramáticas normativas, cuando estas existen, y el uso en las distintas zonas dialectales: así, en catalán, la norma de mantener la concordancia con los clíticos de 3.a persona contrasta con la tendencia a usar un participio invariable en Barcelona o en el catalán del noroeste. Similar falta de sintonía se aprecia entre la norma del francés estándar y el uso del francés hablado, en que la concordancia sigue principios diferentes a los descritos en la gramática normativa. Jean Sibille da muestra de la amplitud variacional del fenómeno a través de un detallado estudio de las distintas subvariedades del occitano: gascón, aranés, languedociano, auvernense, limosín, vivaroalpino, provenzal, ...

[18] El autor subraya la necesidad de tomar en cuenta los datos que salen a la luz gracias al estudio de fina granularidad que él propone para las variedades y subvariedades románicas y que no encajan totalmente en las jerarquías implicativas mencionadas o cuyo lugar en dichas jerarquías no ha sido contemplado: es el caso de los COD léxicos antepuestos precedidos de un interrogativo en gascón, las evoluciones atípicas como la concordancia con el clítico dativo en mallorquín, o la importancia de la ocupación o no de la zona posverbal que se ha revelado pertinente en francés hablado para explicar la concordancia, entre otros aspectos destacados por el autor.

[19] Carmen Ballestero de Celis, por su parte, plantea la necesidad de estudiar, desde una perspectiva pragmática, la selección del modo en las oraciones temporales que indican anterioridad, simultaneidad y posterioridad, en español, catalán y francés. El estudio comparado de este fenómeno en tres lenguas del continuo lingüístico iberorrománico y galorrománico permite cuestionar la pertinencia de la perspectiva referencialista, frecuente en las gramáticas, que considera que el carácter real o irreal del evento de la subordinada es determinante en la selección del modo verbal.

[20] Para la expresión de la anterioridad, Ballestero de Celis señala que el español, el catalán y el francés coinciden en el uso del subjuntivo. Para la expresión de la simultaneidad, las tres lenguas también coinciden en emplear el indicativo para referirse al presente y al pasado. Sin embargo, en contextos prospectivos, la lengua española requiere el subjuntivo, mientras que el francés usa el futuro de indicativo y el catalán tiene ambas opciones. Finalmente, para la expresión de la posterioridad, los dos modos alternan en español y en catalán, mientras que en francés el indicativo es requerido por la norma, a pesar del predominio del subjuntivo en el uso.

[21] Para dar cuenta de la selección del modo en estos contextos, Ballestero de Celis sigue a Luquet (2004) en su distinción entre formas verbales actualizantes, empleadas cuando el locutor quiere y puede relacionar el evento verbal con su presente de experiencia, y formas inactualizantes, usadas cuando el locutor no quiere o no puede relacionarlos. Así, la autora considera que lo que define el subjuntivo es su 'capacidad inactualizadora', puesto que desvincula el evento del presente de experiencia del locutor. Lo codifica como abstracto, independientemente de su carácter factual o no. Siguiendo a Lunn (1989a, 1989b), Ballestero de Celis afirma que la capacidad inactualizadora del subjuntivo tiene como consecuencia directa la no aserción de lo que expresa el evento (porque no se conoce su veracidad o porque se considera que es una información conocida por el interlocutor e irrelevante).

[22] El estudio contrastivo llevado a cabo le permite a Carmen Ballestero de Celis recalcar el papel fundamental de la representación que el locutor se hace del evento como actualizado o inactualizado a la hora de seleccionar respectivamente el indicativo o el subjuntivo en las oraciones temporales que expresan relatividad.

2.2 Innovación y conservación en las periferias oracionales

[23] Afra Pujol i Campeny dedica su artículo a la polaridad positiva enfática en catalán y occitano, comparando estas lenguas con el español, el francés y, secundariamente, el italiano. Para ello, la autora estudia en primer lugar los procedimientos sintácticos de expresión de la polaridad positiva enfática, a través de la anteposición no focal (SX-V-X), procedimiento que se documenta en las lenguas romances medievales de manera general, pero cuyo declive posterior en algunas de ellas provoca la aparición de divergencias entre las variedades 'permisivas', que toleran la anteposición de cualquier elemento (español, portugués, rumano) y las 'restrictivas', que solo aceptan elementos cuantificados no específicos (catalán, italiano) (Leonetti 2017). El francés no acepta hoy esta posibilidad. Los datos del occitano aportados por Afra Pujol i Campeny muestran la supervivencia de la anteposición no focal en languedociano, según la modalidad restrictiva, pero no en otros subdialectos del occitano.

[24] En segundo lugar, el artículo analiza la utilización de procedimientos léxicos con la misma función, que consisten en el uso de los adverbios ben y plan, similares a los catalanes y pla, pero que, en el caso de ben, encontramos también en otras lenguas: el español, el francés y el italiano, si bien con una distribución y unas funciones no idénticas, debido a un proceso de gramaticalización desigualmente desarrollado entre las distintas variedades. A partir del uso compartido de bien como modificador de grado, el español, el catalán y el occitano de Gascuña, muestran un empleo como focalizador superior (es decir, preverbal) y modificador epistémico, en tanto que el francés, el italiano y tal vez el gascón muestran el empleo de focalizador inferior (posverbal) y de conjunción concesiva (antiguamente, el catalán y el español también, tal vez por préstamo del italiano). Así pues, el grado de gramaticalización parece incrementarse de este a oeste, con una posición de transición representada por el occitano gascón.

[25] Finalmente, el detallado análisis de la construcción con que (ben que/bè que/bien que - sí que) y del adverbio cat. plà, occ. plan, permite a la autora mostrar la microvariación entre los dialectos occitanos y la evolución de la periferia izquierda en las lenguas romances, así como interrogarse sobre la naturaleza y el estatuto de que, que se documenta junto a los marcadores focales estudiados, pero también como partícula autónoma con función enunciativa en occitano. Dentro del dominio occitano, por otro lado, las diferencias observadas en el funcionamiento de los dos procedimientos, sintáctico y léxico, parecen sugerir la existencia de una isoglosa entre el languedociano y el gascón, que marcaría un área de transición entre el continuo ibero y galorromance.

[26] El artículo de Marta López Izquierdo propone un acercamiento pancrónico a un fenómeno de variación sintáctica, asociada a diferentes patrones de extensión semántico-pragmática para la creación de conectores, y cuestiona el carácter innovador de determinadas funciones, que podrían haberse conservado de un estadio protorromance o incluso latino tardío. Para ello, López Izquierdo compara la evolución de los operadores condicionales negativos si no(n) en francés y en español para dar cuenta de las divergencias funcionales en sus descendientes, fr. sinon, esp. sino. En una primera parte, la autora examina la diferencia semántica y pragmática asociada con la doble posición sintáctica de las cláusulas condicionales introducidas por si, con función textualizadora en posición antepuesta y especificadora en posposición (López Izquierdo 2019).

[27] López Izquierdo analiza a continuación los empleos discursivos contemporáneos del fr. si non/sinon y esp. si no/sino, poniendo en relación los diversos valores de estas categorías con la posición sintáctica preferente de la condicional que las origina. Se observa una mayor explotación de la función contrastiva en posición inicial en francés, que desarrolla conectores enunciativos y de cambio de tópico, estos últimos no documentados en español, y, por otro lado, un desarrollo mayor de los valores correctivos en el español exceptivo-adversativo sino, propios de la posposición sintáctica.

[28] En la última sección la autora examina las explicaciones que se han propuesto para el desarrollo panrománico de los valores exceptivos de sinon/sino, presentes en todas las lenguas romances medievales, y de un desarrollo adversativo excluyente sino, que sería una innovación del español, aunque está documentada asimismo en portugués y catalán. López Izquierdo recoge datos del fr. se ... non entre los siglos XII y XV con interpretación adversativa excluyente, identificados ya en Moignet (1959), pero que se suelen desconocer en la bibliografía especializada posterior, además de ejemplos residuales en occitano y esporádicos en italiano antiguo, que sugieren una extensión mayor del valor exceptivo-adversativo de sino(n). La autora indaga en los posibles orígenes protorromances y latinos de la extensión exceptivo-adversativa, a través de la doble construcción condicional negativa nisi - si non y su reparto de empleos a lo largo de la historia del latín, y apunta que la extensión adversativa pudo producirse ya en bajo latín o protorromance, lo que explicaría la presencia antigua de este valor adversativo en diferentes lenguas románicas, incluido el francés y el italiano antiguos, que no la habrían conservado después.

3 Dimensiones sociales de los cambios

3.1 Comunidades de hablantes en contacto y áreas geolingüísticas

[29] Francisco Dubert García estudia en su artículo la variante fa- del radical del verbo gallego facer, utilizada en determinadas personas del presente de indicativo (concretamente 2, 3 y 6) y del imperativo (persona 2) que conforman el patrón L→N para ese morfoma (Aronoff 1994; Maiden 2018). Ahora bien, la variante fa- no es exclusiva del gallego, sino que se documenta en otras variedades lingüísticas del norte peninsular, tanto occidentales como orientales: astur-leonés, dialectos portugueses septentrionales, Fala de Cáceres (de origen norteño), aragonés y catalán, con un patrón muy parecido. El español y el portugués comparten con ellas la forma fa-/ha- solo en futuro y condicional.

[30] Dubert García repasa las distintas explicaciones que se han propuesto en la bibliografía para dar cuenta de la poligénesis de estas formas en cada variedad, perdiéndose de vista, señala el autor, la existencia de un continuo de formas cognadas que se extiende por todo el norte peninsular, y que permite distinguir los dialectos constitutivos, hablados en esos territorios desde la romanización, de los dialectos consecutivos, transplantados fuera de sus territorios durante la Reconquista. Es necesario, sostiene Dubert García, considerar las estructuras lingüísticas dentro de las relaciones sociales, económicas, demográficas, en definitiva, históricas, que conforman el área del norte peninsular desde la Antigüedad, y que han favorecido el contacto entre hablantes con las consiguientes convergencias lingüísticas.

[31] El trabajo de Francisco Dubert García muestra cómo se ilumina un problema de lingüística diacrónica cuando se enfoca con una perspectiva más amplia, que da cabida a las relaciones históricas entre variedades a lo largo de un amplio continuo románico: así, las formas de radical fa- del verbo gallego facer, cuya explicación aislada resulta compleja y poco consensual, puede entenderse mejor si se tiene en cuenta que esta misma forma se da no solo en variedades vecinas del noroeste peninsular, sino también en las variedades orientales, presentando por consiguiente un área de convergencia que se extiende por todo el español norteño. Un segundo aporte del enfoque histórico reside en la consideración de la comunicación de la Gallaecia y el norte peninsular con los territorios ultrapirenaicos, donde se ha descrito la aparición de una forma innovadora *fare, en competición con el más antiguo facĕre. Si este origen es común, como defiende el autor, para todas las formas fa- documentadas en el norte peninsular, debe reconsiderarse la formación de la variedad noroccidental a partir exclusivamente del latín bético, y tomarse en cuenta asimismo el aporte del latín italogálico, a través de las comunicaciones terrestres desde época antigua, en la formación de las variedades norteñas.

[32] Mar Garachana estudia en su contribución varios fenómenos morfosintácticos y pragmáticos de convergencia lingüística entre el español y el catalán, en el espacio lingüístico catalanohablante, que participan en el cambio lingüístico y en la constitución de la variedad del español de Cataluña. Al acercarse al catalán en algunos puntos de su gramática, el español de Cataluña también se acerca a otras lenguas y variedades galorrománicas, confirmando el área catalanohablante como espacio de transición clave en el continuo lingüístico entre el espacio galorrománico e iberorrománico.

[33] Siguiendo a Blas Arroyo (2006: 79), Garachana define la convergencia lingüística como la modificación de la frecuencia de uso o de los valores de una forma lingüística en la lengua A, por contacto con una lengua B. También incluye, como fenómeno de convergencia, la emergencia de una nueva forma lingüística en la lengua A, por existir una estructura parecida a la de la lengua B en esta primera lengua.

[34] Basándose en trabajos previos de la bibliografía, la autora resalta la gran permeabilidad del español general a las influencias de variedades orientales desde la Edad Media. Centrándose en el territorio catalanohablante, Mar Garachana ofrece una detallada contextualización histórica del contacto entre el español y el catalán. A continuación, pasa a analizar diferentes fenómenos característicos del español de Cataluña: la utilización del que expletivo delante de oraciones interrogativas totales, la neutralización de los valores de los demostrativos de proximidad a la primera y a la segunda personas, el uso particular del futuro morfológico y de la perífrasis haber de+infinitivo y, finalmente, los marcadores del discurso por eso, a más y como que. Todos estos fenómenos de convergencia, patentes desde el siglo XIX, se registran en el corpus GRADIA, que sirve de base empírica al análisis. La autora los considera desde una perspectiva pancrónica, con el fin de evidenciar la profundidad histórica de la constitución del español de Cataluña como variedad lingüística, puesto que, hasta ahora, esta se ha estudiado esencialmente desde una perspectiva sincrónica.

3.2 La presión normativa y el contacto indirecto

[35] Mallorie Labrousse estudia un caso de variación ampliamente documentado en la historia del continuo románico: el de los posesivos de tercera persona de plural, que proceden ya sea del latín illorum [genitivo plural del pronombre ille], ya de suus [adjetivo posesivo]. La alternancia entre los derivados de estas dos formas se ha documentado para gran número de variedades románicas desde la Edad Media (navarro-aragonés, riojano, catalán, occitano, francés, friulano, italiano y sus dialectos, rumano), si bien con extensión cronológica e intensidad diferente. La selección de una u otra variante se ha llevado a cabo en todas estas variedades, pero la alternancia es aún posible en catalán, occitano, algunos dialectos italianos y friulano.

[36] La autora estudia la alternancia entre los descendientes de illorum y suus en catalán entre los siglos XIII y XX. Ni el contacto con el castellano al sur ni con el francés al norte pueden dar cuenta de la complejidad variacional observada por la autora, que parece organizarse más bien según un eje oeste / este, dentro de un área geolingüística en que entran en contacto variedades del gascón, catalán, languedociano, occitano, además de la presión de las lenguas dominantes, castellano y francés, que han podido servir de acelerador o freno para el proceso de cambio en curso.

[37] Más importantes son, según la autora, las consecuencias indirectas del contacto en el caso estudiado: por un lado, el carácter periférico de las variedades estudiadas, que las distancia de las selecciones operadas en la variedad de prestigio de su área lingüística, ya sea esta una variedad de la misma lengua o de otra, y por otro, los procesos de normalización que, en determinados contextos sociolingüísticos, pueden llevar a interferencias por divergencia (Kabatek 1997) respecto a la lengua dominante. Es lo que ocurre con llur en el catalán, explica Labrousse, a partir del siglo XIX, cuya revitalización sería consecuencia de una voluntad de distanciar al catalán del castellano, persiguiendo un 'purismo' vigente en algunas influyentes gramáticas catalanas de los siglos XIX y XX, en pleno proceso de normalización de la lengua.

[38] El artículo de Mallorie Labrousse plantea así varias cuestiones sobre las relaciones entre variedades dentro de las áreas estudiadas: además de las convergencias por contacto con las lenguas dominantes (el francés y el castellano), es necesario tener en cuenta las relaciones existentes entre distintos subdialectos presentes en un territorio compartido por el catalán y el occitano, así como la influencia que estas relaciones han podido ejercer en las preferencias (o la ausencia de preferencias) documentadas. De igual manera, junto a las posibles consecuencias directas del contacto, hay que considerar las consecuencias indirectas, que se producen a través de la presión normativa de una variedad de prestigio (o su ausencia, según el carácter más o menos periférico de las variedades estudiadas) así como del proceso mismo de normalización.

[39] El estudio de Olivier Iglesias permite dar cuenta a la vez de fenómenos de convergencia y de divergencia en distintos momentos de la historia de las lenguas románicas, en particular del español y del francés, y demuestra la necesidad de combinar factores internos y externos para explicar las distintas configuraciones que adoptan las lenguas estudiadas. Documenta asimismo la existencia de cambios desde arriba, condicionados por la presión normativa de las gramáticas (o más bien de los gramáticos), que acaban imponiéndose en las variedades habladas de las lenguas estudiadas cuando consiguen suficiente visibilidad dentro de la comunidad de hablantes.

[40] En su artículo, Olivier Iglesias compara la posición de los clíticos en un complejo verbal modal en español y en francés a lo largo de 400 años (1550-1950), documentando el proceso que lleva en francés actual a la eliminación de construcciones del tipo je le peux faire, conservadas en español: lo puedo hacer. La posibilidad de colocar el clítico opcionalmente junto al verbo conjugado (P1) o junto al infinitivo (P2) existe hoy en día en español, catalán, portugués e italiano estándar, pero no en francés, donde solo es posible la posición del clítico delante del infinitivo. Como en francés, la subida de clítico es imposible hoy en portugués de Brasil, francoprovenzal, retorrománico y los dialectos italianos septentrionales, pero obligatoria en rosellonés, sardo, dialectos italianos meridionales y rumano. Iglesias plantea que, en el caso del español y el francés, estamos ante una evolución simétrica en ambas lenguas, que en un determinado punto de su historia divergen, y se interroga sobre los factores que pueden explicar dicha divergencia, barajando dos hipótesis: 1) nueva restructuración del complejo verbal, que pasa de analizarse como contrucción univerbal a construcción bioracional, lo cual impide o limita la subida del clítico; 2) presión normativa y marcado de una de las variantes en francés, que llevó a su posterior abandono.

[41] Iglesias aporta varias claves, lingüísticas y extralingüísticas, para explicar este fenómeno de divergencia en las dos lenguas consideradas. En primer lugar, el ascenso de P1 en español se documenta especialmente en los corpus orales, lo que es indicio de que esta variante es propia de la lengua hablada y es probable que se hubiera mantenido históricamente en dicha variedad, aunque no se refleje en los datos del corpus. Por otra parte, en francés, P1 desaparece primero de la lengua escrita, y más adelante, de la lengua hablada, aunque todavía puede encontrarse en la primera mitad del siglo XX en variedades meridionales del francés hablado, donde ha podido contar además con el apoyo del contacto del occitano y del catalán, lenguas con P1 opcional. Iglesias propone por consiguiente una restructuración que habría intervenido durante los siglos XVII y XVIII en la variedad escrita de las dos lenguas, explicable por el mayor control que se ejerce en lo escrito, favoreciendo el marcado de las dependencias sintácticas, frente a una sintaxis más laxa, con mayor autonomía del clítico, en la variedad hablada.

[42] En segundo lugar, el estudio de un corpus de gramáticas de ambas lenguas permite entender, afirma Olivier Iglesias, el desarrollo posterior del complejo, que obedece ahora a criterios extralingüísticos, más concretamente, al marcado de P1 como 'variante visible' (Barra Jover 2009), arcaica y estilística (lenguaje poético), y a la fuerte presión normativa de las gramáticas francesas que acaban descartando la variante recesiva, hasta eliminarla incluso de la lengua hablada. Su carácter marcado en francés contrasta con el carácter no marcado en español en esa misma época: en tanto que 'variantes invisibles', los autores españoles utilizan indistintamente una y otra sintaxis, con variaciones interidiolectales fuertes, que responden a preferencias individuales que escapan al control de los locutores.

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1 Este concepto de espacio interlingüístico está relacionado, pero no se confunde con la noción de interlengua, introducida por Selinker (1972) para describir el sistema transicional de un aprendiente de una L2.