DOI: https://doi.org/10.25364/19.2021.6.7

ISSN: 2663-9815

Studia linguistica romanica 2021.6

Las formas reducidas de facĕre en el noroeste de la península ibérica

Convergencia y divergencia geolingüísticas

Reduced forms of facĕre in the northwestern Iberian peninsula

Geolinguistic convergence and divergence

Francisco Dubert García

Universidade de Santiago de Compostela

francisco.dubert@usc.es

https://orcid.org/0000-0001-7904-322X

Recibido el 20/3/2020, aceptado el 11/6/2020, publicado el 12/10/2021 bajo la licencia Creative Commons Attribution 4.0 International (CC BY 4.0)

Resumen: El asturleonés, el gallego y algunos dialectos del portugués del noreste se caracterizan por presentar un radical fa- en la 2sg, 3sg y 3pl del presente de indicativo y en la 2sg del imperativo del verbo facer/fazer/faer/fer. Estas formas aparecen también en las mismas personas del presente de indicativo del aragonés y del catalán (aunque no en la 2sg de su imperativo). En este trabajo se defiende que todas estas formas tienen un origen común en una variedad italogálica del latín vulgar. Para explicar su distribución en el paradigma verbal se echa mano de la noción de morfoma. Con esta contribución pretendo demostrar cómo la historia (en este caso, el contacto lingüístico y geográfico) puede ayudarnos a seleccionar una hipótesis de explicación diacrónica.

Abstract: Asturian, Galician as well as some dialects of Northeast Portuguese characteristically present the root fa- in the 2sg, 3sg and 3pl of the present of indicative and in the 2sg of the imperative of the verb facer/fazer/faer/fer. These forms also appear in the same persons of the present of indicative of Aragonese and Catalan (although not in the 2sg of their Imperative). This paper takes the stance that all these forms have a common origin in an Italo-Gallic variety of vulgar Latin. To explain their dispersion in the verbal paradigm, the notion of morphome is used. The contribution shows how history (in this case, linguistic and geographical contact) can help us to identify a possible diachronic explanation.

Índice
1 Introducción
2 La noción de morfoma
3 El patrón L→N en el verbo gallego facer 'hacer'
4 Las formas cognadas en otros dialectos románicos peninsulares
5 Hipótesis sobre el origen del radical fa- en la lingüística gallega
6 Hipótesis sobre el origen de fa- en portugués, asturleonés, aragonés y catalán
7 La historia ayuda a la diacronía
8 Conclusiones
Bibliografía

1 Introducción1

[1] En la discusión que seguía a la presentación de una comunicación de Helmut Lüdtke, Kurt Baldinger comentó que:

Je suis très content que M. Lüdtke ait mis, dans grammaire historique, le mot historique entre guillemets. Il faut, en effet, bien distinguer entre les deux oppositions synchronique vs. diachronique et historique vs. ahistorique. Historique veut dire 'thématisation de l'histoire, de l'homme dans l'histoire' ; donc il peut y avoir une « synchronie historique », si p.ex. je fais un travail qui s'occupe de l'homme à l'époque actuelle, ou à un certain moment donné. De l'autre côté il existe des travaux diachroniques-ahistoriques, p.ex. les travaux concernant la chronologie relative, car il n'y aucune relation directe avec l'homme qui parle ; si je dis : tel phénomène a eu lieu avant tel autre, ceci peut s'être produit à n'importe quelle époque. Même s'il s'agit d'un phénomène isolé, il n'y a pas de thématisation de l'élément humain. (Lüdtke 1982: 295)

Vemos clara aquí una oposición entre lo histórico (social) y lo diacrónico (lingüístico) en el estudio de la lengua. Podemos describir la evolución del sistema vocálico latino fuera de todo contexto extralingüístico; podemos situar un cambio en un momento del discurrir del tiempo o con respecto a otro cambio. Con todo, estas descripciones no son históricas en el sentido de Baldinger, pues nada refieren de la acción del ser humano como ser social ni muestran cómo esto influye en el cambio lingüístico. Descripciones así son solo explicaciones parciales. Si efectivamente se quiere explicar la distribución geográfica de los sistemas vocálicos romances, se debe hacer su historia, pues se tendrá que hablar también de comunidades sociales que aceptan o rechazan cambios, o que se definen por cómo manejan las innovaciones. La sociolingüística variacionista clásica llama comunidad de habla al conjunto de hablantes que no solo comparten rasgos lingüísticos, sino también juicios y valoraciones sobre esos rasgos (López Morales 1989); estas comunidades (u otras, como las redes sociales de Milroy 1992) son ya elementos de la historia, pues contemplan los hechos en su medio social.

[2] Un elemento fundamental de la historia de las comunidades son los contactos que surgen entre ellas y entre sus lenguas (realmente, entre sus hablantes). Las comunidades de habla romance en la península ibérica no están aisladas, ni jamás lo han estado. Las comunidades que contactan entre sí tienden a compartir rasgos culturales; y entre los elementos culturales intercambiados están sus lenguas y los rasgos individuales que las constituyen, así como las valoraciones sociales que acompañan a esas lenguas y a esos rasgos. Algunos investigadores tienden a ver las lenguas solo como estructuras equilibradas en las que todo se sostiene y como conjuntos de elementos que se definen por las oposiciones que se establecen entre ellas dentro de cada variedad; muchas veces se cree que los cambios en estas estructuras se pueden explicar solo prestando atención a las estructuras en sí. Sin embargo, atender a los factores históricos puede no solo ayudar a la explicación formal diacrónica, sino que puede también ayudar a escoger como más correcta o, al menos, como más convincente, una de entre varias hipótesis diacrónicas alternativas (Coseriu 1978).

[3] El estudio del contacto lingüístico nos ha enseñado que las variedades lingüísticas pueden intercambiar construcciones que incluyen materia (sonidos, morfos, palabras...), o construcciones que incluyen solo estructura, esquemas gramaticales (Gardani, Arkadiev & Amiridze 2015). Como resultado de estos intercambios, las variedades en contacto tienden a converger; o, mejor dicho, los hablantes de variedades en contacto las hacen converger (Hock 1991; Winford 2003).

[4] Hasta hace poco, los estudios dialectales gallegos solo se preocupaban de establecer fronteras, bien entre sus variedades internas, bien entre las lenguas románicas con las que el gallego está en contacto; era una dialectología variety-based y no item-based (Hudson 1996: 48). Un ejemplo claro son los problemas que levanta la adscripción del gallego hablado en Asturias (Dubert García 2019). Teniendo en cuenta que gallego, portugués y asturleonés son lenguas que siempre han estado en contacto geográfico, resulta extraño que se pretenda hacer diacronía de estas lenguas sin tener presentes las relaciones históricas que mantienen con sus vecinas, sin atender a los contactos y a sus consecuencias, a las convergencias, ya sean elementos, ítems, en los que se comparte materia, ya sean elementos en los que solo se comparte estructura. Dubert García (2017) ha mostrado cómo gallego y asturleonés han tendido a converger, a compartir rasgos a lo largo de su historia, conformando un área geolingüística que permite, por lo menos en cuanto a esos rasgos, agrupar estas dos lenguas frente al castellano y al portugués; y, al revés, como castellano y portugués han convergido en otros aspectos en los que se separan del gallego y asturleonés.

[5] El presente trabajo ilustra los problemas que pueden surgir al separar el estudio de las variedades lingüísticas de su historia, esto es, de las relaciones sociales, económicas, demográficas que existen entre sus hablantes. En este estudio me detendré, pues, no solo en la diacronía, sino también en la historia de las formas verbales que contienen un radical reducido en el verbo facer/fazer/faer/fer/hacer. Pretendo demostrar cómo un estudio que abarque todos los dialectos románicos del norte de la península ibérica puede ofrecer una hipótesis diacrónica más ajustada que explique su presencia aparentemente aislada en gallego y asturleonés. En la Figura 1 muestro un mapa que ilustra la distribución del radical reducido fa- en la 3sg del presente de indicativo de facer/fazer/faer/fer/hacer; los datos, parciales (pues no se han digitalizado todavía todos los cuadernos), están tomados del ALPI-CSIC.

Figura 1: Distribución del radical fa- en la 3sg del presente de indicativo en la península ibérica

Para realizar este trabajo, en §2 presentaré la noción de morfoma, herramienta teórica que usaré en mi descripción estrictamente lingüística; en §3 mostraré las formas gallegas en cuestión; en §4, las formas de los otros dialectos peninsulares; en §5 resumiré cómo los lingüistas gallegos han explicado el origen de las formas gallegas; en §6 haré lo mismo con investigadores de las otras lenguas románicas de la península; en §7 mostraré la interacción de historia y diacronía; finalmente, en §8 presentaré unas conclusiones.

2 La noción de morfoma

[6] La herramienta teórica que usaré para elaborar mi hipótesis diacrónica es el morfoma. Con este término, Aronoff (1994) se refiere a un radical o tema cuya distribución entre las formas de palabra de un paradigma no está vinculada a un conjunto coherente de rasgos morfosintácticos o semánticos: así, el tema latino script- de scrībo 'escribir' aparece en supino (scriptum), participio perfecto pasivo (scriptus, scripta, scriptum), participio futuro activo (scripturus, scriptura, scripturum), infinitivo futuro activo (scripturum, scriptura, scripturum) y como base de varios sustantivos (scriptor, scriptura, scriptio), pero no, por ejemplo, en el participio presente (scribens).

[7] Maiden (2018) ha explorado este tipo de unidad en el verbo románico y ha mostrado la existencia de dos tendencias en los morfomas que afectan a sus formas. En virtud de la coherencia (Maiden 2001: 444), cualquier modificación que afecte a un radical morfómico en un contexto de su distribución se extenderá a todos los otros contextos que ocupe ese radical: el radical /fiʒ/ de la 1sg del pretérito perfecto de indicativo del verbo gallego fazer 'hacer' (hoy fixen) se extendió a todo el pretérito perfecto de indicativo, al pluscuamperfecto de indicativo, al pretérito de subjuntivo y al futuro de subjuntivo; Maiden (2001) denomina patrón PYTA (de Pretérito Y Tiempos Afines) al conjunto de estas formas. En virtud de la convergencia (Maiden 2001: 447), las formas de los radicales morfómicos de diversos verbos pueden ir adquiriendo parecidos de familia2, de modo que se van diferenciando de los alomorfos de los otros radicales de sus propios lexemas verbales (uso lexema en el sentido de Matthews 1991): la consonante postalveolar de fixen resultó de la analogía con otras formas PYTA de los verbos irregulares: quixen, dixen, puxen, trouxen (Dubert [García] 2014).

[8] Otro patrón morfómico aparece en algunos verbos gallegos de la segunda y la tercera conjugaciones con un radical irregular en la 1sg del presente de indicativo y en todo el presente de subjuntivo. Así, moer 'moler', roer, doer 'doler', caer, traer, saír 'salir', oír presentan en esas celdas un radical terminando en semivocal palatal: cai-o, cai-a, roi-o, roi-a; caber y parir presentan, a modo de infijo, una semivocal palatal incrustada en el interior de sus radicales: caib-o, caib-a; valer presenta un radical acabado en consonante palatal: vall-o, vall-a; ver presenta un radical acabado en una consonante postalveolar: vex-o, vex-a; dicir 'decir' y facer 'hacer', en una consonante velar: fag-o, fag-a, dig-o, dig-a; pór 'poner', ter 'tener', y vir 'venir', en nasal palatal: poñ-o, poñ-a, teñ-o, teñ-a, veñ-o, veñ-a; seguir, servir, sentir, ferir 'herir' y mentir presentan una vocal radical alta: sig-o, sig-a. Maiden (2018) denomina L a este patrón3 .

[9] Los morfomas también aparecen en la distribución de los radicales verbales con supleción fuerte4. Por ejemplo, en algunas lenguas románicas Maiden (2018) detecta un patrón N, que abarca las formas rizotónicas del presente de indicativo, del presente de subjuntivo y del imperativo. En italiano, el verbo andare 'ir' combina, con supleción fuerte, restos de vadĕre y ambulare, tal y como se muestra en la tabla 1: los primeros aparecen en las celdas de N; los segundos, en el resto:

Presente de indicativo

Presente de subjuntivo

Imperativo

1sg

vado

vada

2sg

vai

vada

va , vai

3sg

va

vada

1pl

andiamo

andiamo

2pl

andiate

andiate

andate

3pl

vanno

vadano

Tabla 1: Ilustración del patrón morfómico N en el verbo italiano andare 'ir'

Veremos que este hecho será determinante en el origen de la distribución de las formas verbales objeto de este trabajo.

3 El patrón L→N en el verbo gallego facer 'hacer'

[10] En las hablas gallegas, la cantidad de variación dialectal en el radical del tema de presente del verbo facer no es desdeñable (Fernández Rei 1990: 95-96). En la tabla 2, ofrezco algunos modelos de conjugación de los dialectos gallegos. Un simple análisis de los datos de la tabla muestra que a lo largo del territorio de habla gallega encontramos en el paradigma de facer una gran homogeneidad en la expresión de las celdas correspondientes a las 2sg, 3sg y 3pl del presente de indicativo y a la 2sg del imperativo, pues todas las hablas comparten un único radical fa-: fa-s/fa-is, fa-i y fa-n/fa-in. Las diferencias se reducen solo a la presencia (o ausencia) de una vocal palatal a la derecha del radical que acostumbra a ser considerada vocal temática6.

G-E

C.17

P.33

O.31

L.29

L.1

A.4

Infinitivo

facer

facer

faer

faguer

facer

facer

fer

Presente de indicativo

1sg

fago

fago

faio

fago

fago

faigo

fago

2sg

fas

fais

fais

fas

fais

fas

fais

3sg

fai

fai

fai

fai

fai

fai

fai

1pl

facemos

facemos

faemos

faguemos

facemos

facemos

femos

3pl

fan

fan

fain

fan

fain

fan

fain

Imperativo

2sg

fai

fai

fai

fai

fai

fai

fai

2pl

facede

facede5

faei

faguei

facei

facede

fede

Presente de subjuntivo

1sg

faga

faga

faia

faga

faga

faiga

faga

Imperfecto de indicativo

1sg

facía

facía

faía

faguía

facía

facía

fía

Futuro de indicativo

1sg

farei

facerei

facerei

farei, faguerei

farei, facerei

facerei

farei, feire

Tabla 2: Verbo facer. Modelos de conjugación en algunos dialectos gallegos
G-E = gallego estándar; C.17, P.33, O.31, L.29, L.1 y A.4 son puntos de ALGa 1, 2. Las formas dialectales fueron obtenidas de los mapas 254, 255, 256, 257, 258, 267, 270 y 271 de ALGa 1, 2.

[11] Mientras tanto, la mayor diversidad dialectal la encontramos en el resto de las formas: en la expresión de las celdas de la 1sg de los presentes de indicativo y subjuntivo (que representan al patrón L) aparecen los radicales fag-, faig- y fai-; en las correspondientes a la 1pl del presente de indicativo, la 2pl del imperativo y al infinitivo encontramos fac-, fa-, fag- y f-; y en las correspondientes futuro de indicativo están fa-, fac-, fag- y fei-. Nótese que las formas tipo f-er, f-emos, f-ede de A.4 tienen todas vocal media cerrada /e/, por lo que no parecen resultar de una contracción de /a/ + /ˈe/ (que da en gallego /ˈɛ/; Mariño Paz 2017: 276-280).

[12] Realmente, las formas fas/fais, fai, fan/fain están también sometidas a un patrón morfómico cuya distribución ocupa las celdas de las 2sg, 3sg y 3pl del presente de indicativo y de la 2sg del imperativo. Ya Santamarina (1974) había identificado este patrón en el tema de presente al segregar un T[ema]1, por oposición al T[ema]2, conformado por todas las formas arrizotónicas del tema de presente, salvo las 1pl y 2pl del presente de subjuntivo.

[13] Este morfoma implica que en las formas de palabra de estas celdas encontraremos generalmente el mismo radical, fa-. Siguiendo a O'Neill (2011: 115), denominaré L→N (patrón L- domina a N-). Según O'Neill (2011: 115), L→N es una versión reducida de N (constituido, recordemos, por la 1sg, 2sg, 3sg y 3pl de los presentes de indicativo y de subjuntivo, y por la 2sg del imperativo). O'Neill (2011) interpreta L→N como la superposición de L a N. De esta manera, las celdas de N que no se solapan con las de L no se ven afectadas por este último y mantienen sus formas. Por esta razón, mediante el patrón L, todo el presente de subjuntivo comparte su radical con la 1sg del presente de indicativo, mientras que las 2sg, 3sg y 3pl del presente de indicativo y la 2sg del imperativo acaban por conformar L→N, en el que aparece la raíz reducida fa.

[14] Existen otros verbos que presentan formas especiales en el patrón L→N. Pensemos en formas verbales como pós, pon, pon de pór/poñer 'poner' (frente a poño, poña, poñemos)7; has, ha/hai, han de haber (frente a hei, haxa, habemos); dis, di, din de dicir (frente a digo, diga, dicimos). Relacionadas con estas, están otras formas con acentuación oxítona en L→N: dás, , dán de dar (frente a dou, dea); estás, está, están de estar (frente a estou, estea); traes/trais/tras, trae/trai, traen/train/tran de traer (frente a traio, traia); vas, vai, van de ir (frente a imos, ides, vaia)8.

4 Las formas cognadas en otros dialectos románicos peninsulares

[15] Ahora bien, como se puede apreciar en los ejemplos de la tabla 39, las formas reducidas fa- no son exclusivas del gallego, pues aparecen en las celdas cognadas de otras variedades lingüísticas norteñas de la península. Nótese que en catalán y aragonés encontramos fa- en el presente de indicativo fas, fa, fan; Miral (2005-2006) recoge fa para la 2sg del imperativo en el dialecto cheso. García de Diego (1959: 304) ofrece también fas para la 2sg del imperativo catalán.

Asturleonés

Aragonés

Catalán

Infinitivo

facer, fader, faer, fer

fer, fe, far

faer, fer10

Presente de indicativo

1sg

faigo, fago

foi, fago, faic, fo, fego

faç, faig, fai

2sg

fais, faes

fas, faces

fas

3sg

fai

fa, face

fa

1pl

facemos, fademos, faemos, femos

facemos, femos, fem

faem, fem, feim

3sg

fan, fain, faen, fainin

fan, facen

fan

Imperativo

2sg

fai

fa, fas

2pl

facede, fadéi, facéi, faéi, fede

fez

, fés

Imperfecto de indicativo

1sg

facía, faía, fía

febay, feba, febe

fahia, feia

Futuro de indicativo

1sg

fairei, fairé, farei, fadré

faré, feré

faré

Tabla 3: Verbo facer/faer/fer. Modelos de conjugación en dialectos asturleoneses, aragoneses y catalanes

[16] Encontramos también fa- en L→N en dialectos portugueses de Trás-os-Montes, donde Leite de Vasconcelos recogió fais, fai, faĩ/fâim/fanem (Diéguez González 2009: 51-56). Del mismo modo, estas formas aparecen en la Fala de Cáceres, donde Costas González (1992: 106) registra fago/faio para la 1sg del presente de indicativo, fer/ficer para el infinitivo y fas/fais, fai, facen/fain/faien para las 2sg, 3sg y 3pl del presente de indicativo. Es muy importante recordar que estos dialectos cacereños de la Fala son el resultado de una variedad «levada por colonos galegos que foron implantados polo rei Alfonso IX de León e Galicia» (Costas González 1992: 85; Costas González 2007; Cintra 1959) en esta región de Cáceres a comienzos del siglo XIII.

[17] Con todas estas hablas contrastan los dialectos castellanos, que presentan haces, hace, hacen en el presente de indicativo y haz 2sg, haced 2pl en el imperativo; y la mayoría de los dialectos portugueses, que presentan fazes, faz, fazem y faz.

[18] En definitiva, salvo los castellanos y la mayor parte de los portugueses, todos los dialectos del norte de la península muestran un radical fa- en la 2sg, 3sg y 3pl del presente de indicativo; los dialectos del noroeste (gallegos, asturianos y algunos portugueses) y, quizás, la Fala de Cáceres (de origen norteño) también presentan un radical fa- en la 2sg del imperativo. Además, en los dialectos románicos de la península, incluidos los portugueses y los castellanos, encontramos fa- en el futuro.

5 Hipótesis sobre el origen del radical fa- en la lingüística gallega

[19] García de Diego (1909: 38, 39, 139-140) considera que fas/fais, fai, fan/fain resultan de la caída de una /ɡ/ intervocálica que, a su vez, es resultado de la sonorización de la /k/ del étimo latino: facisfaguesfaesfais, fas. Porto Dapena (1977: 89) sitúa en latín vulgar la pérdida del segmento resultante de la palatalización y sonorización de facĕre y dīcĕre, lo que según él dio origen a «las formas antiguas far 'hacer' ( f a c e r e ) y dir 'decir' ( d i c e r e )». De estas antiguas far y dir parecen provenir las formas del futuro de indicativo y el condicional y, quizás, las del patrón L→N. Ningún lingüista gallego posterior parece haber seguido estas explicaciones.

[20] Santamarina (1974) es el autor de las hipótesis hoy canónicas. En su propuesta baraja diferentes explicaciones que no se excluyen y en las que reanálisis, analogía y nivelación11 deben jugar algún papel. Así, para él, las fuentes de las formas reducidas de facer pueden ser un imperativo fai*fafac12; a partir de él, por nivelación, aparecerían las formas fas/fais y fan/fain; o bien, la analogía con las mismas personas de haber: has, ha, han. Además, incluye que, por la propia

mecánica fonética: ant. [fádze] → faz (Cfr. CRUCE → cruz) de donde resultaría que -z se interpretaría como característica personal, que, por lo insólita, fue sustituida por la característica habitual -e [-i̯] (fai), que no es otra cosa que la VT + el SNP Ø. Por idéntico mecanismo: faces (o [fadzes]) → fais. (Santamarina 1974: 42)

Es difícil ver un «idéntico mecanismo» fonético que conduzca de fazes a fais o de fazen a fan: fazes y fazen eran formas integradas, con su radical faz- mayoritario, su vocal temática y sus sufijos regulares -s en 2sg y -n en la 3pl. Todo lo más, las formas fais y fain podrían resultar de nivelaciones a partir de fai (aunque la mayoría de los dialectos gallegos presentan fai, pero fas, fan). En todo caso, es interesante destacar que para Santamarina (1974) la base primigenia fuese [fadz] o [faθ], pues esto sitúa el fenómeno bien mientras existían las africadas coronales (origen medieval), bien tras la aparición de la fricativa dental (origen moderno); esto nos muestra que Santamarina (1974) establece un origen románico para las formas13.

[21] Los autores de ILG & RAG (1982: 100) siguen a Santamarina (1974), pues indican que la evolución fonética regular de la 3sg del presente de indicativo produciría *fas, «unha terceira persoa insólita, pois acababa en -s»; lo mismo para la 2sg del imperativo; ahora bien, la /s/ apical final de faz solo podría aparecer en parte del occidente de Galicia en era moderna, pues en el resto del territorio la antigua africada alveolar evolucionó a fricativa lámino-alveolar y, de ahí, a fricativa dental (Fernández Rei 1990). ILG & RAG (1982: 100) menciona como otro factor coadyuvante la forma farei del futuro de indicativo, donde «hai unha segunda raíz fa- (frente ó faz- esperado)»; con todo, ILG & RAG (1982) no explica el origen de fa- en farei/faría. ILG & RAG (1982: 100) también menciona la influencia de haber, verbo que se considera «semanticamente afín» a facer. Finalmente, sus autores dicen que en la zona oriental las formas correspondientes del verbo poñer 'poner', «seguindo a proporción fai = poi ('el pon')», inspiraron «as formas analóxicas fais (= pois) e fain (= poin)» (ILG & RAG 1982: 100), se supone que a partir de unas más antiguas fas, fan explicadas por los mecanismos anteriores.

[22] Realmente, las formas fais, fain abarcan en el territorio de habla gallega una extensión muy superior a las formas poi 'pone' (ALGa 1, 2, mapa 318), pues aparecen en puntos en que poi ni existe ni posiblemente haya existido jamás. Así, aunque poi aparece en un reducido puñado de hablas del este de Lugo, todo el resto del gallego oriental, que presenta una forma pon en el 3sg en el presente de indicativo, usa:

a)

fais, pois 'pones', teis 'tienes', veis 'vienes' en la 2sg del presente de indicativo de facer/faer/fer, poñer/pór, ter y vir (ALGa 1, 2, mapas 317, 371, 405);

b)

fain, poin 'ponen', tein 'tienen', vein 'vienen' en la 3pl del presente de indicativo de facer/faer/fer, poñer/pór, ter y vir (ALGa 1, 2, mapas 321, 374, 408).

[23] Por otra parte, el suroeste de Pontevedra usa fais, fain en faer (ALGa 1, 2, mapas 255, 257), pos/pons/pois 'pones' en la 2sg, pon (no poi) en la 3sg del presente de indicativo y pon/poñen 'ponen' en la 3pl (sin poin, ALGa 1, 2, mapas 317, 321); tes/teis 'tienes', ten/teñen 'tienen' (sin tein, ALGa 1, 2, mapas 371, 374) y vés/ves/veis 'vienes', pero vén/veñen (prácticamente sin vein, ALGa 1, 2, mapas 405, 408).

[24] Finalmente, la costa noroeste coruñesa usa fais, fan, pero pos, pon, pon/poñen, tes, ten, ten/teñen, vés, vén, vén/veñen (sin fain, pois, poin, teis, tein, veis, vein). Esto parece indicar que en gallego no se necesitó pois, poi, poin, veis, vein, teis, tein para producir fais, fai y fain. En todo caso, creo que resulta más iluminador que las formas fais/faes, fai, fain/faen aparecen también por todo el territorio contiguo de habla asturleonesa, en el que nunca cayó la -n- intervocálica ni se generaron formas como pois, poi, poin, teis, tein, veis, vein que sirviesen de apoyo a la analogía.

[25] A modo de nota, cabe recordar que ILG & RAG (1982: 97) explica las formas dis, di, din del verbo dicir, también incluidas en el patrón L→N, por analogía con el presente de indicativo del verbo dar (dás, , dan), y no por analogía con haber (como hacían con fas, fai, fan). Indican también la importancia del seseo posnuclear (Fernández Rei 1990) en la evolución de diz, 3sg del presente de indicativo y 2sg del imperativo. Así, tras la desafricación del segmento en coda de la forma diz, esta «quedaba convertida en *dis, que foi interpretada como di + ‑s, cunha desinencia ‑s insólita nunha terceira persoa; por iso foi reducida a di (isto é, di + Ø)». En todo caso, un imperativo di de 2sg existía ya en el habla medieval, que, según Williams (1975 [1938]: 227), procedía de dīc latino. La explicación de ILG & RAG (1982) acaba con una acotación interesante: «non é, sen dúbida, casual que as formas dis, di, din aparezan na área de seseo final (hoxe propagadas contra oriente) e dices, dice, dicen onde non o hai» (ILG & RAG 1982: 97). Se da a entender, pues, que dices, dice, dicen parecen elementos conservados de formas más antiguas, resultados de los medievales dizes, diz, dizen.

[26] ILG & RAG (1982) tampoco menciona ni el futuro de indicativo direi ni el condicional diría, que existen por todo el territorio gallego al lado de farei, faría, con sus radicales di- y fa-, respectivamente. Tampoco menciona que fas/fais, fai y fan/fain aparecen en todo el oriente, donde no pervivieron formas tipo fazes, faz, fazen (mientras que, a pesar de los mismos condicionamientos fonéticos y gramaticales, sí se conservaron dices, dice, dicen).

[27] Ferreiro (1995) pone en relación los presentes de indicativo de facer y dicir, y además recombina las explicaciones de Santamarina (1974) e ILG & RAG (1982): las formas reducidas de dicir (Ferreiro 1995: 323) son fruto de un reanálisis y reinterpretación de la 3sg del presente de indicativo /dis/ ← /dits/: la /s/ final se reanaliza como exponente de la 2sg, la raíz /di/ como exponente de la 3sg del presente de indicativo y de la 2sg del imperativo y, sobre /di/, se crea /diN/ para la 3pl del presente de indicativo. No excluye Ferreiro (1995) influencias de dás, , dan o de vas, vai, van (de ir).

[28] En nota a pie de página indica que «sería excesivamente forzada unha explicación foneticista do tipo dizes*diz'sdis» (Ferreiro 1995: 323, n. 416). Del mismo modo, Ferreiro (1995: 326) considera que las formas reducidas del patrón L→N en facer «non teñen explicación fonética clara e deben explicarse a partir do paradigma moderno de dicer, e tamén con posíbel influencia do Presente de haber ou, mesmo, de ir». Ahora bien, las formas reducidas de facer ocupan todo el territorio de habla gallega y asturiana, mientras que las formas reducidas de dicir solo dominan el occidente gallego (en Asturias también se recoge dices, dicen). De hecho, fais, fain tienden a aparecer en áreas similares a dices, dicen (ALGa 1, 2, mapa 234): el oriente y la zona suroccidental.

[29] Ferreiro (1995) considera que todas estas formas reducidas de facer y dicir resultan de evoluciones modernas, a pesar de que existen pruebas de la desafricación de /ts/ en coda ya en siglo XIII (Mariño Paz 2017: 344).

[30] Finalmente, Ferreiro (1995: 324) ofrece dos hipótesis diferentes para el origen de fa- y di- en futuro de indicativo y en el condicional de facer y dicir (farei, faría y direi, diría). En la primera hipótesis, las formas de estos dos tiempos en dicir «parecen remeter, en principio, a unha base formada con *DĪRE, talvez inducida polo imperativo DĪC (o mesmo que *FARE, no canto de FACĚRE): *DĪRE-AĬO → direi, etc.». En una nota a pie de página Ferreiro (1995: 328, n. 418) cita a Grandgent (1952 [1907])14 y señala que «isolada e marxinalmente no territorio galego rexístranse, así e todo, una forma far (utilizada por M. Sarmiento na redacción das súas coplas) e dir, hipotéticos restos da terceira conxugación latina». Efectivamente, el ALGa 1, 2 recoge el infinitivo dir y la 1pl del presente de indicativo dimos en L.36a (mapas 242, 235) y un infinitivo far en O.15 (mapa 271); y Sarmiento usa a veces far (Mariño Paz 1995: 74, n. 228). Sabemos también que far aparece en catalán, en aragonés y leonés antiguos.

[31] En su segunda hipótesis, quizás siguiendo a Nunes (1989 [1919]: 319-321)15 , a Menéndez Pidal (1985: 323) y a Mariño Paz (1995), Ferreiro (1995: 324) indica que estas formas también se pueden «explicar foneticamente por meio dun proceso de asimilación regresiva -z'r- → -r- (*DĪCĔRE-AĬO → dizereidirei)», producido tras la caída de la vocal temática pretónica. Así es como efectivamente se produjeron futuros como verrei 'vendré', porrei 'pondré', ferrei 'heriré', salrei 'saldré'. Nótese que en todos estos casos, la consonante rótica es vibrante [r] y no batida [ɾ] (Lüdtke 1953: 320) como en el caso de farei y direi. El español medieval registra formas dizré o dizdré al lado de diré (Menéndez Pidal 1985: 324).

[32] Finalmente, Mariño Paz (2019) considera que tanto fas, fai, fan como dás, y dan de dar influyeron en la creación de dis, di, din de dicir (al revés que Ferreiro 1995). Para Mariño Paz (2019), fas, fai, fan se crearían por analogía con has, ha, han de haber. Importante es reseñar que, sobre las formas del verbo dicir, Mariño Paz (2019: 97) nos informa de que «non teño noticia de ningún rexistro medieval das variantes preponderantes no galego de hoxe (dis, di, din)»; sobre las formas de facer recogidas en textos medievales nos dice que:

Da P2 fas non podo achegar ningún testemuño medieval; é certo que unha insólita P2 faes aparece unha soa vez en lugar de fazes nunha cantiga do trobador portugués Joan Soarez Coelho, mais cómpre reparar en que resulta sospeitosa porque está forzada pola necesidade de facela rimar con desiguaes (cf. GLOSSA). Da P6 fan hai unha posible ocorrencia nun documento de 1348 (CDMACM) e dúas noutro de 1491 (SVP), mais non as lin persoalmente, senón que simplemente as recollín no TMILG, de modo que non estou certo da súa real existencia. Pasa o mesmo cunha P3 fay de 1456 e con outra de 1468 que aparecen en BMSEH. No CGC lese un fai nun poema que se pode datar entre 1390 e 1454 («Si dos ojos vejo | que me fai nemiga, | conven que le diga | mi desejo», cf. TMILG), mais o alto grao de hibridismo lingüístico galego-castelán que caracteriza a peza obriga a considerar con desconfianza este testemuño. (Mariño Paz 2019: 98)

Que se pueda usar faes en rima con desiguaes solo nos muestra la disponibilidad de faes en el repertorio lingüístico para efectuar esta rima; y el hibridismo lingüístico gallego/castellano solo nos muestra que el autor conocía una forma fai, que no pertenece al castellano16.

[33] Es posible que la preferencia de Mariño Paz (1995) y de Ferreiro (1995) por la explicación foneticista de Nunes (1989 [1919]) y Menéndez Pidal (1985) para el origen de farei, faría se deba a que, de este modo, no precisarían ningún étimo *fare para ninguna de las formas del paradigma de facer; si así fuese, todas las ocurrencias de fa- (en el patron L→N, en el futuro y en el condicional) serían debidas a evoluciones modernas, de modo que *fare no tendría que jugar ningún papel en el origen de fas/fais/faes, fai/fae y fan/fain/faen.

[34] Como vemos, el origen de fa- ha sido explicado en la lingüística gallega solo desde una perspectiva diacrónica, formal, que atiende a los elementos internos de la lengua y no presta atención a los factores históricos. Todos los trabajos proponen, además, un origen moderno del radical fa-. En ningún trabajo se ha prestado atención al hecho que de los dialectos asturleoneses o portugueses presenten el mismo radical fa- en las mismas celdas L→N del verbo faer/fer/fader/fazer/facer; tampoco se ha prestado atención a que la Fala de Cáceres presente el radical fa- (a pesar de que las variedades gallegoportuguesas de la Fala resulten de un antiguo gallego trasplantado a Cáceres a principios del XIII). Por lo tanto, mucho menos cabría esperar que se atendiese a la presencia de este radical en el aragonés o en el catalán en esa misma posición.

6 Hipótesis sobre el origen de fa- en portugués, asturleonés, aragonés y catalán

[35] Tras repasar cómo en la lingüística gallega se ha explicado la existencia de fa- en el patrón L→N, el futuro de indicativo y el condicional, es momento de revisar cómo se explica su origen en las tradiciones lingüísticas vecinas.

[36] El DCECH (s.v. hacer) informa de que la primera documentación iberorrománica de hacer es fere en las Glosas Emilianenses; informa también de que «tienen gran extensión en castellano arcaico las formas del infinitivo fer y far». Para sus autores, far «se explica por una abreviación *fare del latín coloquial tardío, que es responsable asimismo del it. fare, y que ha dejado huella permanente en el futuro y condicional iberorromance» (DCECH, s.v. hacer). Aunque el DCECH no se detiene mucho en explicar el origen de far*fare, dedica una larga nota a fer. Siguiendo a Meyer-Lübke, propone para fer «y para el fr. y oc. faire una base vulgar *fagĕre (analógica de *agĕre, legĕre, frigĕre, etc., junto a sus participios actus, lectus, frictus, paralelos a factus), que pronto se contraería en fáy(e)re → faire, y de ahí regularmente a fer en la Península Ibérica». Nótese que esta explicación debería también dar cuenta de la desaparición del diptongo secundario ei en gallego: *fagimus*faimos*feimosfemos.

[37] Por su parte, el DÉRom (s.v. facere) presenta un tipo original */ˈɸak‑e‑re/ del que provienen el catalán fer, español hacer, asturiano y gallego facer y portugués fazer; y un tipo evolucionado */ˈɸ‑a‑re/ del que proviene el catalán y español antiguos far. Según el DÉRom, el tipo original y el evolucionado dejaron rastros en la Romania central y occidental. En estas variedades, «les deux types présentent (selon différents schémas) une distribution complémentaire au sein de leurs paradigmes flexionnels, ce qui signale leur monogenèse». El tipo */ˈɸak‑e‑re/ es el más antiguo y el tipo */ˈɸ‑a‑re/ se origina mediante la síncopa de /ke/ por razón de la alta frecuencia de uso del verbo. Se nos recuerda que */ˈɸ‑a‑re/ «a profité en outre de l'analogie avec */'d‑a‑/ et */'st‑a‑/». Esta síncopa afectaría, también, a dīcĕre y dūcĕre. Según el DÉRom, los dos tipos pudieron después fundirse en las diferentes lenguas «pour une partie ou pour l'ensemble de leur paradigme flexionnel». La variante */ˈɸ‑a‑re/ no dejó registro en la lengua escrita latina porque era considerada una forma coloquial, propia de la 'inmediatez comunicativa', y no gozó de acceso al código escrito.

[38] Sin embargo, si comenzamos el repaso por las lenguas concretas, vemos que para el catalán, Moll (1952: 254) defiende que, mientras las formas fer, fent, fem provienen de *facēre (el DCECH las considera resultados de *fagĕre y el DÉRom de facĕre), las formas fa y fan provienen de *fat y *fant, obviamente, parte de la conjugación de *fare, de donde se obtienen también el futuro y el condicional faré y faria. Batlle et al. (2016: 449) indican que existe en catalán antiguo una forma far, que, además del futuro y el condicional, relacionan con la actual 3sg del presente de indicativo por medio de *fat (curiosamente, la 3pl, fan, la consideran descendiente de *facent). Lo interesante de estas dos propuestas es que reconocen que el futuro, el condicional y algunas formas del presente de indicativo derivan de *fare.

[39] El radical fa- existe también en aragonés. Alvar (1953: 223) considera fer un resto «de la conjugación en -ĕre»; para las formas del presente de indicativo (Alvar 1953: 229) solo nos indica que facisfas, facitfa y faciuntfan/facen..., diciendo que «en todo el paradigma se ven formas paralelas a las castellanas (con f- inicial conservada y -c- sonorizada) y otras sincopadas, propias del dialecto», descripción que sigue Zamora Vicente (1967: 265) casi literalmente. Gastón Burillo (1982: 248-249) simplemente menciona la pérdida de -c- para dar lugar a far (usado en la formación del futuro) y fer.

[40] En cuanto al castellano, Menéndez Pidal (1985: 227) sostiene que los verbos facĕre, vadĕre y trahĕre constituyen el único resto en español de la conjugación -ĕre. Para él, facĕre, bien perdió la sílaba -cĕ- (dando lugar a far), bien perdió la vocal postónica - (dando lugar a fer). Con far se construyó haré, haría (Menéndez Pidal 1985: 324). Curiosamente, para diré, diría propone el mismo proceso fonológico que Nunes (1989 [1919]): dīcĕre + aĭodizrédiré (Menéndez Pidal 1985: 323). Mientras tanto, Lloyd (1993 [1987]: 497) trata haré y diré mediante la evolución fonológica -zr--r-. Penny (2002: 172, 196, 213, 233) defiende que facĕre mantuvo el acento sobre el radical y de ahí provienen los infinitivos far y fer, femos, fed; todas estas formas competían con las regularizadas posteriores fazer, fazemos, fazed; Penny (2002: 233) cree que fer puede provenir de *facre, mientras que far es «a reflex of spoken Latin *FARE, probably an analogical imitation of DĀRE and STĀRE»; de *fare deriva el futuro y el condicional castellanos. Malkiel (1977: 261) señala que la forma castellana far es más antigua que fer (perdida en castellano, pero conservada en asturleonés y gallego de Asturias) «by a margin of several centuries»; asegura que «there can be no serious objection to tracing FARE to the Vlat. level». Tras mostrar que fer aparece en castellano antiguo, navarroaragonés y catalán, expone:

The exact relation of OSp. fer(e) to OCat. fer requires a separate inquiry; surely, even if an instance of polygenesis was involved in the first place, OCat. fer and ONav-Arag. fer(e), in the end, could secondarily have supported one another's candidacy just by mutual abutment or convergence. (Malkiel 1977: 261)

En cuanto al radical fa- en el patrón L→N del asturleonés, Kruger (1957: 35) considera que en toda la conjugación de fer/faer «ha intervenido el paradigma de caer (caigo, cais, cai) y traer (traigo, trais, trai)». Por lo tanto, considera las formas de L→N analógicas de las de caer y traer; asimismo, cree que la /d/ de fademos, fadeis «ha sido intercalada secundariamente». Mientras tanto, García de Diego (1959: 167) propone que las formas asturianas provengan de *fagere. Martínez Álvarez (1967: 102) descarta la analogía de Kruger (1957) y considera, como García de Diego (1959), que «la -C- intervocálica palatalizada y sonorizada confluyó muchas veces con la -d- intervocálica (así mismo en el futuro fadré) y esta pudo debilitarse y desaparecer, sobre todo en los verbos de mucho uso»; cree que las formas faigo, faiga del patrón L «pueden ser analógicas de otros verbos (baiga, caiga, traiga, aiga)» y que las formas fago, faga, facemos, facéis están rehechas sobre el castellano; con todo, la /d/ del futuro fadré y el condicional fadría es para ella «sin duda evolución normal de una antigua africada [ẑ]» (Martínez Álvarez 1967: 101), que, al contrario de lo que vemos en facemos, no le parece castellanizante. Por su parte, Rodríguez Castellano (1954: 227) cree que «las formas de las personas , él, ellos, con pérdida de la -c-, lo mismo pueden ser analógicas que derivarse de un tipo *fagere»; sin embargo, cree también que «el cambio c – d de las personas nos y vos (explicado en el §52) refuerzan la primera hipótesis, ya que no hubiera ocurrido el trueque c – d si estas formas proviniesen de f a g e r e». Finalmente, acaba por considerar que como en los dialectos coexisten facer, fader, faer, fer, facemos, fademos, faémos y femos, fedes, «incluso en una misma localidad, creemos que deben interpretarse como simples variantes fonéticas. Así parece probarlo el que el gerundio sea faciendo y fadiendo y no faendo» (Rodríguez Castellano 1954: 228). Finalmente, el DELLA (s.v. faer) propone facĕrefaerfer o *far (con asterisco), todos como resultados de procesos fonéticos atribuidos al habla rápida, aunque también acepta que *far provenga de una pronunciación popular *fare.

[41] En cuanto al portugués, las explicaciones que se nos ofrecen son también solo para el futuro de indicativo y para el condicional. Aunque Nunes (1989 [1919]) duda acerca de si farei proviene de *fare + aĭo o de fazer + hei, Piel (1989 [1945]: 236) piensa, como Grandgent (1952 [1907]), que para farei y direi (y tal vez para trarei) el latín ya poseía «segundo parece, os infinitivos com a forma divergente DĪRE e FARE»; de hecho, considera que «podem considerar-se como restos da 3.ª conjugação os infinitivos far, dir e trar, formas particulares que entram na formação do futuro e do condicional» (Piel 1989 [1945]: 216). Del mismo modo opina Williams (1975 [1939]: 227 y 229). Por su parte, para explicar las formas portuguesas farei y faría, Lüdtke (1953: 320) insiste en que había un radical innovador en *fare:

Não sendo nem antigos nem fonèticamente regulares, em nenhuma parte da România, far- dir- podem-se explicar só como formações analógicas antigas que foram generalizadas, em época tardia, na Itália – donde o actual tosc. fare dire, it. merid. –, e daí transplantadas para os países ocidentais, mas só nos tempos verbais que eram de formação relativamente tardia, resistindo as antigas formas do infinitivo normal que estava já radicado na linguagem, ao avanço daquela inovação.

Lüdtke (1953) atribuye el origen de *fare a una nivelación a partir del imperativo fac. Por otra parte, cree que *fare se difundió a través de las construcciones infinitivo + habēre (a las que llama los tiempos verbales de formación relativamente tardía); sin embargo, sabemos que far apareció libre por el norte de la península ibérica, fuera de estas construcciones. Lüdtke (1953: 320) sostiene que el desarrollo de *fare «teve o seu maior sucesso na Itália», donde también se creó un sistema de «formas abreviadas» que acabaron por parecerse «com o presente de certos verbos irregulares como STARE DARE». Para Lüdtke (1953: 320), «esta semelhança causou novas formações analógicas: *FAS — *FAT — *FANT», construidas por nivelación a partir de *fare. Según este autor, también se tuvieron que crear formas similares para dīre, que el italiano perdió. En un trabajo posterior, Lüdtke (1996: 66-67) defiende la idea de que la copresencia de los radicales ha-/fa- del futuro de indicativo y del condicional del castellano y del portugués, y los radicales hac-/faz- de las restantes formas del paradigma se debe a «la superposición de dos estratos latinos, ambos populares, en la península ibérica»: un estrato dialectal, bético y antiguo, preservaba las formas tipo facĕre; otro estrato, innovador y venido del centro de la Romania durante el Imperio, introducía *fare.

[42] La primera pregunta lógica es si estas formas latinas reducidas *fas, *fat, *fant para el presente de indicativo también se extendieron por la península ibérica; Moll (1952) y Batlle et al. (2016) consideran que llegaron a Cataluña. La segunda pregunta, que aquí nos interesa más, es si estas formas llegaron también a Asturias, Galicia y el norte de Portugal. Evidentemente, yo creo que sí.

7 La historia ayuda a la diacronía

[43] Como se puede apreciar, los autores gallegos y asturianos han descuidado tres hechos. El primero, que el radical fa- aparece en aragonés y catalán en las mismas celdas del presente de indicativo: 2sg, 3sg y 3pl (una parte del patrón L→N); el segundo, que en asturleonés, gallego y portugués del noreste el radical fa- aparece en todo el patrón L→N (recordemos que también en cheso); el tercero, solo en castellano y en los restantes dialectos portugueses aparecen las formas plenas fazes/haces, faz/hace/haz, fazem/hacen en el patrón L→N, pues en el futuro de indicativo y en el condicional encontramos los radicales reducidos fa-/ha-: farei/haré, faria/haría.

[44] Es posible que estas formas con radical fa- se hayan originado por razones diacrónicas en diferentes partes de la península y en distintos momentos históricos: en época moderna en gallego (gracias a un reanálisis morfológico) y en latín vulgar o en protorromance en asturleonés (por la caída de una consonante intervocálica); es posible que resulten, en definitiva, de casos de poligénesis. Pero también es posible, y quizás más razonable, pensar que *far, *fas, *fat, *fant fuesen formas que ya estaban a disposición de los hablantes del latín vulgar imperial en el norte de la península ibérica; al fin y al cabo, todas ellas aparecen, con casi la misma distribución, en casi todos los dialectos románicos constitutivos iberorrománicos17. Y es aquí donde entra en juego no solo la diacronía, sino también la historia.

[45] Ya Malkiel (1977) insinúa que se deberían considerar las relaciones entre el fer castellano, el navarroaragonés y el catalán (a los que habría que incluir el gallego y el asturleonés); concluye que, incluso si todas estas formas resultasen de cambios independientes por poligénesis, las formas navarroaragonesas y las catalanas se apoyaban mutuamente. Lo mismo cabría decir, añado yo, de las formas fas, fai, fan o fer, femos asturleonesas y gallegas, que aparecen, apoyándose mutuamente, en contacto geográfico junto con otros muchos rasgos lingüísticos (véase Brea 1994; Dubert García 2017, 2019; Negro Romero & Sousa 2019).

[46] Por otra parte, también Lüdtke (1953, 1986, 1996) acude a la historia para explicar la presencia del radical fa- en los iberorromances occidentales. Para él, el radical fa- nació en Italia (Lüdtke 1953: 320) y acabó llegando al occidente de la península ibérica. Para explicar cómo, desarrolla una hipótesis que supone una influencia del latín italogálico en el latín ibérico; Lüdtke (1953, 1986, 1996) ilustra esta influencia por medio de algunas formas romances (entre las que aparecen las formas verbales farei/haré, faria/haría, direi/diré, diria/diría) cuya explicación por vía estrictamente diacrónica resulta, como hemos visto, problemática. Por este camino en el que la historia juega un papel me propongo seguir.

[47] Lüdtke (1953, 1986, 1996) propone que formas lingüísticas italogálicas llegaron durante el Imperio al noroeste de la península al fortalecerse las vías de comunicación terrestres y dejar de usarse solo la navegación como medio de comunicación casi exclusivo. Como resultado de esta influencia, Lüdtke (1986) postula la existencia de dos estratos en el latín popular ibérico: uno bético, producto de la latinización temprana de la Bética18; y otro italogálico, fruto de la relación terrestre con la Galia e Italia. Para él, en el Imperio existía una koiné oral o latín común generado en Roma y unos dialectos regionales (como el bético) hablados en las zonas mal conectadas por tierra con Roma: «estos últimos se habrían originado durante la primera fase de expansión del dominio romano, es decir, cuando las comunicaciones entre Roma y sus provincias se realizaban por vía marítima» (Lüdtke 1986: 15). Cuando las conquistas de Augusto en los Alpes permitieron

la construcción de una red de carreteras enlazando el entero complejo continental del Imperio Romano, las comunicaciones entre Roma y sus provincias se hicieron cada vez más estrechas. Así se explicaría que la lengua de la metrópoli, también en su forma hablada, se hubiese podido expandir con semejante fuerza. Legionarios, mercaderes, agentes de la autoridad y misioneros fueron portadores de un latín hablado más uniforme, de una koiné interregional, que debía implantarse primero en las ciudades para irradiar desde allí al campo circundante. (Lüdtke 1986: 15)

Para él, en Hispania se produjo un choque lingüístico entre el «latín italogálico sobre el luso-hispánico, impacto cuyo resultado fue una mezcla de viejos rasgos provinciales con otros, considerados más modernos, de procedencia ultrapirenaica» (Lüdtke 1996: 65). La caída del Imperio Occidental detuvo «el ímpetu centrípeto que estaba por eliminar los dialectos regionales». En las áreas más próximas a Roma triunfó la koiné, pero

en el norte y noroeste de la Península Ibérica, igual que Cerdeña, vieron no la eliminación total de los dialectos arcaicos, sino una situación de paro de proceso centrípeto en su primera etapa caracterizada por la infiltración, en los dialectos arcaicos rurales de gran número de palabras importadas por la koiné. Se trata de un fenómeno que hemos llamado préstamo interno. (Lüdtke 1986: 15)

Finalmente, concluye que, tras un período de bilingüismo interno,

la koiné latina cesó de hablarse, por lo menos, en el norte y noroeste de la Península. Sin embargo, ella dejó huellas en los idiomas modernos, las cuales, después de un milenio y medio, nos dan a los romanistas, un hueso a roer. (Lüdtke 1986: 15)

Entre los huesos a roer, i.e., las formas italogálicas del latín ibérico, menciona los infinitivos con los que se construyeron los futuros de indicativo y los condicionales de hacer/fazer y decir/dizer en castellano y portugués (Lüdtke 1996: 65-66).

[48] Conforme con otros autores (véase un resumen y la bibliografía en Mariño Paz 2008; Brea 1994: 81-82), Lüdtke (1996) indica que la colonización del noroeste de la península se hizo a partir de la provincia Bética, una zona que había sido conquistada 200 años antes. Para él «los habitantes de la Bética se hicieron romanos étnica y lingüísticamente cuando el resto de Hispania (salvo las antiguas ciudades de la costa mediterránea) aún no era, o había sido apenas» conquistado por Roma (Lüdtke 1996: 63). Las vías permitieron «intensificar los contactos humanos de Hispania con Roma y las Galias» (Lüdtke 1996: 65).

[49] Ahora bien, la colonización de lo que después se llamó Gallaecia se realiza en época de Augusto como resultado de las Guerras Cántabras entre el 29 y el 16 a.C. (Arias Vilas 1992: 22-23; Caamaño Gesto, Barreiro Fernández & Villares 2007a: 12-17); hasta ese momento, estos territorios no formaban parte del Imperio. Tras la conquista, y hasta el año 212 d.C., la región perteneció a la Tarraconense (no a la Bética); asimismo, dependía del emperador y no del senado (como dependía la Bética). Desde 212, los Conventos Bracarense, Lucense y Asturicense conformaron la Provincia Nova Citerior Antoniniana. A estos conventos se les sumó en el 305 d.C. el Cluniense, con lo que se conformó la Gallaecia, cuyo territorio llegaba casi hasta el Sistema Ibérico (Arias Vilas 1992; Caamaño Gesto, Barreiro Fernández & Villares 2007a).

[50] Con todo, la situación geográficamente periférica de la Gallaecia más occidental «non debe levar a engano, pois de feito sabemos que xa na época prerromana e desde logo durante a Romanización, a utilización de vías marítimas, fluviais e terrestres foi unha constante tanto dentro do país como cara fóra» (Arias Vilas 1992: 48). De hecho, como nos muestran Caamaño Gesto, Barreiro Fernández & Villares (2007b: 28-29), al lado del antiguo comercio marítimo «xorde un desenvolvemento da rede viaria terrestre, o que facilita un mellor desprazamento das mercadorías»; en época romana «consolídanse moitas rutas de longo alcance xa existentes con anterioridade e créanse outras novas que fornecerán produtos procedentes de lugares moi distantes, que van dende a Gallia, ata na Península Itálica» (Caamaño Gesto, Barreiro Fernández & Villares 2007b: 31); los productos de importación podían llegar «por vías terrestres de longo alcance como a vía da prata de Mérida a Astorga ou as vías do val do Ebro que enlazaban con Tarragona e Astorga» (Caamaño Gesto, Barreiro Fernández & Villares 2007b: 33).

[51] Según Arias Vilas (1992: 80), las monedas que aparecen en los yacimientos arqueológicos gallegos del cambio de Era y que marcan movimientos económicos provienen más «das cecas chamadas hispano-latinas da Meseta e do val do Ebro» que de las cecas del sur:

Quizais queira isto dicir que, ademais das rutas marítimas sen dúbida existentes e importantes ata época tardía, non hai que olvidar os camiños e os pasos naturais desde o centro da Península a través dos vales fluviais do Sil e quizais do Douro.

De hecho, en el occidente aparecen monedas incluso del tiempo de Constantino I y sus sucesores, con acuñaciones en Roma, Trier, Lyon, Arlés y otras ciudades de todo el Imperio (Arias Vilas 1992: 83; Caamaño Gesto, Barreiro Fernández & Villares 2007b: 35-40).

[52] Por otra parte, la epigrafía muestra movimientos migratorios por medio de los cuales llegaron al occidente inmigrantes, libertos, esclavos y soldados de todas las partes del mundo romano, que incluyen el Convento Cluniense, la Tarraconense, Narbona o Grecia (Arias Vilas 1992: 95-96; Caamaño Gesto, Barreiro Fernández & Villares 2007b: 114-116; González García 2019).

[53] Todos estos hechos muestran vínculos demográficos, económicos, sociales y políticos del noroeste con la meseta y con el mundo ultrapirenaico: la Gallaecia parece ser una provincia norteña con vínculos norteños. Como consecuencia, es posible que la latinización de la Gallaecia no se realizase exclusivamente con un aporte lingüístico bético, y que el latín del noroeste siempre tuviese acceso al latín italogálico.

[54] De hecho, Varvaro (2013: 12), tras insistir en los movimientos de población, concluye que «nor is it realistic to consider that some areas of the Empire were so isolated that they would automatically have given rise to linguistic archaism». Más adelante, afirma que «at the substandard level, Latin appears to be rich in variation, yet it is no systematic, seemingly nor producing dialects and failing to prefigure in any way subsequent Romance variation» (Varvaro 2013: 26). Para Varvaro (2013: 28), la variación interna del latín era grande, pero más social que geográfica, con algunas formas populares que se debían de extender por todo el Imperio, pero que nunca se documentaron en la lengua escrita: «the period of formation of the Romance languages was undoubtedly characterized by enormous diatopic and diphasic [sic] variation, far from displaying a unitary system across the whole area of the future Romània». Del mismo modo se expresa Herman (1996: 57) cuando describe la realidad dialectal durante el Imperio:

Les études de grande envergure effectuées sur les inscriptions des diverses provinces [...], l'analyse de la langue des auteurs « localisables » n'ont révélé – sauf naturellement dans les noms de lieux et de personnes – aucun élément caractéristique de telle ou telle province, telle ou telle région ; rien ou pratiquement rien n'a pu être relevé qui annonce, d'une manière spécifique, les particularités de la future langue romane du territoire donné.

Finalmente, Herman (1996: 57) concluye que, durante el Imperio, las diferencias dialectales eran poco profundas y que:

Elles résultaient avant tout de la réalisation plus ou moins rapide, plus ou moins complète de tendances évolutives en somme identiques ; les variétés ainsi constituées ne préfiguraient pas encore les futures évolutions romanes, mais les fondaient en quelque sorte, et leur extension territoriale ne correspondait que de loin aux futures distributions des faits romans.

Si todos estos juicios son correctos, parece que la oposición tajante entre un latín bético (conservador y aislado) y un latín tarraconense e italogálico (innovador y bien comunicado) que defienden Lüdtke o Harri Meier (véase Baldinger 1963 [1958]) quizás fuese relativa, no solo durante el Imperio, sino ya también en la misma República; de este modo, las formas verbales innovadoras *fare, *fas, *fat, *fant, quizás creadas en Italia, bien pudieron haber llegado no solo a territorios iberorrománicos orientales que hoy hablan catalán o aragonés, sino también a los territorios centrales y occidentales de la Gallaecia... De hecho, far fue efectivamente registrado en gallego moderno y contemporáneo.

[55] Una vez que he expuesto las explicaciones históricas y geográficas, es hora de ver cómo interactúan con las explicaciones diacrónicas, i.e., las razones estrictamente lingüísticas. Para ello será fundamental la noción de morfoma. Hemos visto más arriba como en las lenguas románicas se pueden detectar una serie de patrones morfómicos gracias a los cuales determinados radicales irregulares tienden a distribuirse en conjuntos cerrados de celdas en los paradigmas verbales. Hemos visto también como en el patrón N existen casos de supleción fuerte.

[56] Como nos decía el DÉRom, existían en latín vulgar dos tipos morfológicos para el verbo facĕre: el conservador */ˈɸak‑e‑re/ y el innovador */ˈɸ-a‑re/. Hoy en día, los dos tipos se presentan siguiendo diferentes modelos en «une distribution complémentaire au sein de leurs paradigmes flexionnels». Dada la existencia de variación en la expresión en las formas de palabra del lexema verbal facĕre, en la que, gracias a la mezcla de dialectos, se produjeron variables como (faces/*fas), (facet/*fat), (facent/*fant), (fac/*fa), (facĕre/*fare), es muy posible que los patrones morfómicos, ayudados por la analogía con otras formas verbales que presentaban tipos de irregularidades con parecidos de familia (dar, estar, haber, ir ...), haya propiciado la especialización, para las hablas de casi todo el norte de la península, de las variantes reducidas en el patrón L→N y en el patrón de futuro (futuro de indicativo y condicional). Las variantes se habrían distribuido, pues, según diferentes patrones morfómicos de formas distintas en los diversos dialectos, dando lugar a diversos tipos de «distribution complémentaire».

[57] Lo que propongo es que, en el noroeste de la península ibérica, la existencia de los patrones L, L→N y de futuro acabarían por provocar fenómenos de supleción débil: las formas *fas, *fat, *fant, *fa fueron seleccionadas para el patrón L→N, *fare para el patrón de futuro, y las restantes formas para el resto de los usos. Que las formas tipo fas/fais, fai, fan/fain son antiguas en gallego lo prueba su existencia en la Fala de Cáceres, que se desprendió del gallego a comienzos del siglo XIII (Costas González 2007; Cintra 1959).

[58] Gallego y asturiano (sobre todo el occidental) convergieron en este uso, como convergieron en el uso del género masculino en sustantivos como sal, leite, labor, ubre, mel, cal, lume, cume, etc.; un numeral femenino dúas/dúes, posesivos tipo meu/mieu/miou, sou, tou, noso/nuesu frente al tipo mio/mío, to, so, nuestru/nuestro, posesivos tónicos antepuestos precedidos de artículo: o meu can, el mieu/mio can; posesivos perifrásticos de noso/de nuesu; verbos de la segunda conjugación como firver/ferver, bater, morrer, finder/fender o de la tercera como tusir; sufijo -no(n) de 3pl en el pretérito perfecto de indicativo: quixeno/quixenon; sufijo -des/-de para a 2pl (cantades, cantade); formas imos, ides para las 1pl y 2pl del presente de indicativo de ir; formas verbales dea/día para el presente de subjuntivo del verbo dar; radicales fix- para las formas PYTA de facer y quix- para querer; ausencia de formas compuestas de los verbos (tipo haber + participio); valor de pluscuamperfecto expresado con el sufijo -ra: cantara, saltara; colocación enclítica de los pronombres átonos; construcciones sin reflexivos indirectos o posesivos: enxagües les manes/lavas as mans; perífrasis inminencial houbo/hubo de caer ('casi cae, estuvo a punto de caer'), y otros muchos rasgos fonológicos, gramaticales y léxicos.

[59] Se podría cuestionar por qué hablo de convergencia entre gallego y asturleonés cuando los radicales reducidos provienen del latín italogálico, mientras que la convergencia es algo relacionado con la evolución local del latín del noroeste. Sin embargo, yo creo que desde la romanización hasta hoy los habitantes de la vieja Gallaecia han estado siempre en contacto y compartiendo rasgos lingüísticos (fuesen conservadores o innovadores). Los radicales italogálicos fa- son uno más de los rasgos compartidos; venían en el latín de los colonizadores y se quedaron (mientras que se perdieron en castellano y en portugués, a pesar del origen norteño, constitutivo, de estas variedades). Yo llamo convergencia a la existencia, generación y preservación de estos rasgos compartidos que permiten agrupar unas variedades frente a otras (al estilo de Heine & Kuteva 2006). También sería posible preguntarse por la acción de un sustrato común para los territorios que conformaron la Gallaecia. Parece que no es seguro conocer claramente cómo, cuántas y cuáles eran lenguas habladas en el noroeste ibérico (Mariño Paz 2008; Moralejo 2006). Siento también decir que tampoco me es posible tratar aquí este tema, pero los intercambios de que hablo y que producen la convergencia se produjeron durante y después de la romanización, cuando el sustrato no podía ser ya operativo; más bien creo en la posibilidad de comunidades que comparten (o no) rasgos que se extienden, individualmente, a lo largo de un territorio, tal como se muestra en Dubert García (2010).

[60] Es posible que el castellano tuviese en algún momento formas tipo fas, fa, fan. En todo caso, estas no podían durar en el presente de indicativo ni en el imperativo pues la caída de f- inicial las hacía homónimas de las correspondientes de haber; en cambio, pudieron mantenerse en el futuro y el condicional pues no se confundían (haré frente a habré). Malkiel (1977) reflexiona brevemente sobre la desaparición de formas her/fer y far en castellano.

[61] Que estas formas tengan poca o ninguna documentación en la lengua escrita medieval puede deberse a que tal vez en aquel momento fuesen consideradas por los escritores de su tiempo (que no por los hablantes) como las de *fare en su momento: variantes coloquiales propias de la 'inmediatez comunicativa', y que no tenían acceso al código escrito. Es posible que para la lengua escrita se prefiriesen las variantes plenas, más similares a las latinas clásicas. En Galicia existen dialectos con un radical fa- en el patrón L: faio 'hago', faia 'haga'. El corpus TILG recoge:

-

1455 formas tipo fago en la 1sg del presente de indicativo,

-

4726 formas tipo faga- en todo el presente de subjuntivo,

-

43 formas tipo faigo en la 1sg del presente de indicativo,

-

125 formas tipo faiga- en todo el presente de subjuntivo,

-

0 formas tipo faio en la 1sg del presente de indicativo,

-

6 formas tipo faia- en todo el presente de subjuntivo.

Si no hubiese registro dialectal de faio, esta forma tendría que ser reconstruida a partir de los 6 ejemplos de faia-.

[62] Es muy posible que en la lengua medieval existiesen muchas formas que, como ese latín subestándar que postula Varvaro (2013), no llegasen jamás a la lengua escrita: fas/fais, fai, fan/fain podrían ser algunas de ellas. Quién sabe si no lo serían también dis, di, din.

8 Conclusiones

[63] El gallego, algunos dialectos portugueses de Trás-os-Montes y el asturleonés comparten un radical reducido fa- en las formas verbales fas/fais/faes, fai/fae, fan/fain/faen que expresan los contenidos de 2sg, 3sg y 3pl del presente de indicativo y la 2sg de imperativo del verbo facer/fazer/faer/fer. El castellano y el resto del portugués presentan en estas mismas celdas cognadas radicales terminados en consonantes fricativas coronales: haces/fazes, faz/hace/haz, hacen/fazem. Para explicar el origen de estos radicales reducidos, los lingüistas que trabajan sobre el gallego y el asturleonés han buscado explicaciones independientes e incompatibles, sin tener en cuenta que estas variedades lingüísticas han estado en contacto geográfico desde sus mismos orígenes y que comparten estos y otros muchos rasgos. De hecho, estos radicales, con una distribución similar, existen también en aragonés y catalán.

[64] A mi juicio, estos análisis independientes se deben a que los lingüistas mencionados se han preocupado solo de proponer hipótesis diacrónicas y han dejado de lado la historia. Mediante un análisis del origen de estas formas, este trabajo pretende demostrar como la historia ayuda a la diacronía. Tras un análisis histórico que insiste en el contacto entre comunidades vecinas, propongo una hipótesis que pretende dar la misma explicación diacrónica a las formas gallegoportuguesas, asturleonesas, aragonesas y catalanas. Esta explicación es de especial interés para el gallego y el asturleonés, pues constituiría otra prueba de una vieja convergencia lingüística entre estas variedades que ha acabado por crear un área geolingüística.

[65] Para dar cuenta de la diacronía, o visión lingüística, he usado la noción de morfoma, que me permite explicar la distribución de alomorfos en un paradigma verbal; las formas reducidas encajan en un patrón morfómico que vemos actuar para otros verbos, como dar, estar, haber o ir (y en gallego moderno, verbos como ter, pór, vir o dicir). Esta solución permite, además, dar una visión unificada sobre el origen de las formas reducidas en el presente de indicativo, el imperativo, el futuro de indicativo y el condicional.

[66] Para dar cuenta de la historia, he intentado mostrar que durante el Imperio la Gallaecia estaba en contacto con el centro y el este de la península ibérica, y con el resto de la Romania, por lo que podía recibir las innovaciones procedentes del latín gálico e itálico. La latinización de la Gallaecia, pues, no tendría que ser exclusivamente bética ni soportar un peso eminentemente bético. Por lo tanto, defiendo que las formas reducidas gallegas se crearon ya en el latín vulgar y no son ni innovaciones medievales o modernas de esta lengua (como pretenden los estudiosos revisados) ni tampoco formas diacrónica o históricamente independientes de las asturleonesas.

[67] En consecuencia, ofrezco una explicación similar a la presencia de fa- en el presente de indicativo, el imperativo, el futuro de indicativo y el condicional: la existencia en el latín vulgar de todo el norte de la península de las formas *fare, *fas, *fa y *fant. En general, el norte y el noroeste de la península ha sido una zona de convergencia a lo largo de la historia: las palatalizaciones de los grupos pl-, fl-, cl-, el betacismo, la pérdida de sonoridad de las fricativas coronales, la aparición de una fricativa dental y otros muchos rasgos han mostrado estos contactos norteños a lo largo de la historia. La presencia en todo el norte de las formas *fare, *fas, *fa y *fant solo sería otra expresión más de los rasgos que caracterizan esta región. Es posible que esta hipótesis sobre el origen de fa- sirva también para explicar el origen de di- en las mismas formas verbales del verbo gallego dicir, pero eso merecería ya otro estudio.

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1 Trabajo realizado con la ayuda ED431C 2021/20 (Xunta de Galicia / FEDER) dentro del proyecto PGC2018-095077-B-C44 (MCIU). Mi gratitud a Xulio Sousa por su ayuda en la confección del mapa; gracias también a las editoras del número temático y a los revisores anónimos por su ayuda a mejorar la versión original de este trabajo.

2 Tomo la noción de parecidos de familia de Dubert [García] (2014), quien a su vez la toma de Ladefoged & Maddieson (1996: 245): «Each member of the rhotic class resembles some other member with respect to some property, but it is not the same property that constitutes the resemblance for all members of the class».

3 Algunos verbos se adaptan solo parcialmente a este patrón: querer, poder o saber solo presentan la semivocal palatal en el radical del presente de subjuntivo (queir-a, poid-a y saib-a).

4 Por supleción fuerte entiendo el resultado de combinar radicales procedentes de diferentes lexemas verbales como expresión de un mismo lexema verbal. Al contrario, en la supleción débil los alomorfos de un paradigma están relacionados por medio de procesos fonológicos históricos; esto sucede en gallego, por ejemplo, cuando encontramos el radical vall- en el patrón L del verbo valer y val- en el resto del paradigma; la forma vall- proviene de una yod en contacto con una lateral alveolar latina.

5 En C.17 las formas de la 2pl del imperativo son facede y facé (dada como muerta).

6 Las segmentaciones morfológicas están tomadas de Álvarez Blanco, Monteagudo Romero & Regueira Fernández (1986: 326) y de Santamarina (1974: 42). La letra <i> en fais, fai, fain en algunos dialectos puede representar [e], quizás asilábico.

7 En la mayoría de los dialectos, poñer, ter y vir están rompiendo con L→N y escapando del patrón morfómico, pues han creado para la 3pl del presente de indicativo unas formas poñen, teñen y veñen, analógicas de poño, teño y veño. Estas formas no se extienden a la 2sg, 3sg del presente de indicativo ni a la 2sg del imperativo. Por esta razón debemos entender que estos patrones conforman tendencias, fuertes, pero solo tendencias, y no restricciones inviolables.

8 A estos se podrían añadir otros verbos como ler 'leer', ver, rir 'reír', con un radical le-, vex- y ri- en L (leo, vexo, río) y radicales l-, v- y r- en el resto (les, ves, ris; salvo el participio visto de ver). A mi juicio, estos parecidos de familia refuerzan los patrones L y L→N mediante un aumento en la frecuencia del tipo (véase Bybee 2001: 10, que define type frequency como «the dictionary frequency of a particular pattern», i.e., el número de palabras en las que aparece el patrón).

9 Los datos fueron tomados de Alvar (1953), ALLA (2001: 210), Andrés Díaz (2013), Badia i Margarit (1947), Cano González (1981), García de Diego (1959), Miral (2007), Moll (1952), Nagore (1989), Rodríguez Castellano (1954) y Zamora Vicente (1967).

10 Según García de Diego (1959: 258), far aragonés es un infinitivo antiguo; lo mismo para el catalán faer y faem, según Moll (1952: 254).

11 Siguiendo a Rini (1999) distinguiré entre analogía, cuando las formas de palabra de un lexema influyen en las formas de palabra de otro; y nivelación, cuando una forma de palabra de un lexema influye sobre otras formas de palabra de ese lexema.

12 Según Williams (1975 [1938]), aparece un imperativo fa en el Livro de falcoaria de Pero Menino. Este sería un resultado natural del fac latino.

13 También resulta importante recordar que lo que Santamarina (1974) describe es el gallego del Val de Suarna, no el gallego estándar, que no existía en 1974; en este dialecto, las formas de futuro de indicativo que recoge para facer son regulares, facerei, con radical fac-, por lo que no tiene que preocuparse de establecer una relación entre fais, fai, fain y farei.

14 Grandgent (1952 [1907]: 246-247) sostiene que al lado de facĕre existía seguramente *fare, forma fuertemente influida por dare y stare. Para su presente de indicativo propone formas latinovulgares como facio, *fao, *fo; face(s), *fais, *fas; face(t), *fait, *fat; fácimus, *faimus, *famus; fácite(s), *faitis, *fate(s); faciunt, *faunt, *fant.

15 Nótese que también Nunes (1989 [1919]: 277) duda, pues en otra parte de su gramática afirma que «da terceira conjugação latina parece haver vestígios em português apenas nos infinitivos dir, far e trar, que entram na formação do futuro e do condicional dos verbos dizer, fazer e trazer».

16 Maia (1986: 788-796) no recogió en los documentos que analiza formas tipo fas, fai, fan, ni infinitivos far, fer, por lo que no ofrece explicación sobre el origen de estas formas.

17 Los dialectos hablados en el tercio norte de la península son constitutivos (Gargallo Gil 1995; Penny 2007; Veny 1982), pues se usan en sus territorios desde la romanización; los restantes dialectos romances peninsulares son consecutivos, resultado de las hablas norteñas trasplantadas al sur durante la Reconquista. Es una distinción clásica de la dialectología iberorrománica que no creo pareja a la oposición entre dialectos primarios y secundarios de Coseriu (1981); por ejemplo, entiendo que los dialectos constitutivos y los consecutivos no se contemplan como necesariamente adscritos a una lengua histórica concreta; para mí, es una clasificación previa a la individuación de las lenguas románicas; Coseriu (1981) vincula explícitamente su clasificación con lenguas y dialectos históricos (como el andaluz).

18 Sobre la hipótesis de un latín vulgar bético y su historia, véase Baldinger (1963 [1958]: 86-101).